El tribunal de Woolwich Crown Court en Londres desestimó los cargos de terrorismo contra Liam Óg Ó hAnnaidh, conocido como Mo Chara, miembro del trío de rap irlandés Kneecap, por un error técnico en la formulación de la acusación. El juez Paul Goldspring dictaminó que los procedimientos eran “ilegales y nulos”, ya que la fiscalía no obtuvo el consentimiento del Fiscal General dentro del plazo de seis meses para perseguir delitos de apoyo a una organización proscrita como Hezbollah. Esta absolución, que desató aplausos en la sala y celebraciones fuera del tribunal, no solo libera a Mo Chara, sino que ilumina las tensiones entre libertad de expresión y control político en un Reino Unido polarizado. Este veredicto suena como un eco de resistencia cultural, cuestionando si la música puede ser neutral en un mundo de silencios impuestos.

El caso se originó en noviembre de 2024, durante un concierto de Kneecap en el O2 Forum de Kentish Town (Londres), donde Mo Chara, de 27 años, supuestamente desplegó una bandera de Hezbollah, grupo libanés designado como terrorista en el Reino Unido. La Policía Metropolitana de Londres, alertada por el Campaign Against Antisemitism tras analizar videos del show, presentó cargos en mayo de 2025, alegando que el acto constituía “apoyo a una organización proscrita” bajo la Terrorism Act de 2000. La denuncia, impulsada por el grupo pro-Israel, se enmarcaba en el contexto de las declaraciones de Kneecap contra la guerra en Gaza, que han incluido lemas como ‘Fuck Israel‘ en Coachella y críticas a Keir Starmer en Glastonbury. Mo Chara, respaldado por su equipo legal, defendió que el gesto era un acto de solidaridad con Palestina, no de enaltecer a Hezbollah, y que el juicio era un intento de silenciar su activismo.
El proceso judicial fue un torbellino de apariciones tensas. En junio de 2025, Mo Chara consiguió la libertad condicional, y en agosto, el tribunal de Westminster Magistrates’ Court aplazó la vista para examinar el plazo de seis meses. La fiscalía argumentó que el cargo se presentó el 22 de mayo, pero los abogados de la defensa sostuvieron que fue el 21, un día después del límite. Goldspring, en su fallo, confirmó el error: “Los procedimientos fueron iniciados de forma ilegal, careciendo del consentimiento necesario del Fiscal General dentro del plazo estatutario”. El veredicto, recibido con ovaciones de seguidores que ondeaban banderas palestinas e irlandesas, fue un triunfo técnico, pero Mo Chara lo calificado como político: “Esto nunca fue sobre mí ni sobre terrorismo; era sobre Gaza y lo que pasa cuando te atreves a hablar”.
La repercusión es profunda. Kneecap, cuyo biopic homónimo ganó un BAFTA en febrero de 2025 y fue nominada a los Oscars, ha usado su plataforma para denunciar el genocidio en Palestina, lo que les ha costado cancelaciones en Canadá y Hungría, y una investigación en Glastonbury. Esta absolución no solo libera a Mo Chara (quien ya planea retomar su tour en octubre), además expone las grietas en el sistema británico: la Campaign Against Antisemitism celebró la investigación pero lamentó el fallo como “incompetencia”, mientras que figuras como Michelle O’Neill, primera ministra de Irlanda del Norte, lo vieron como una victoria contra la “caza de brujas”. En un Reino Unido donde el activismo pro-Palestina enfrenta escrutinio, este caso subraya la libertad de expresión como un derecho frágil, especialmente para artistas que amplifican voces marginadas. Su absolución no borra las tensiones (Kneecap sigue vetada en algunos países), pero abre una grieta en el silencio, un eco que podría inspirar a más voces a romperlo.