Nadadora, la banda que iluminó los márgenes de la escena con su melancolía pop y sus texturas de ensueño, está de vuelta. Trece años después de su adiós en el Teatro Lara de Madrid en 2013, Sara Atán, Gonzalo Abalo, Edu Romero, Daniel Abalo y Montxo Couselo anunciaron un nuevo álbum bajo el sello Ernie Records, previsto para otoño de 2025. La noticia, celebrada por muchos como el regreso de un tesoro perdido, no es un ejercicio nostálgico, sino un acto de reinvención. En un 2025 donde el indie lucha por mantener su alma frente a la vorágine de algoritmos y pop viral, Nadadora regresa con una promesa de luz y sombra, un eco que resuena con la fragilidad de siempre y una audacia renovada.
Nadadora, formada en O Grove en 2003, es un pilar del indie español que nunca buscó el centro del escenario. Sus discos, «Todo el frío del mundo«, «Hablaremos del miedo«, «Luz, Oscuridad, Luz» y sus EPs tejieron un tapiz de shoegaze, dreampop y pop introspectivo que evocaba la melancolía etérea de Cocteau Twins y la urgencia emocional de The Cure en «Disintegration«. Canciones como ‘Una nueva vida’ o ‘Invierno contigo’ capturaron pérdidas y anhelos con una sutileza que resonaba en los márgenes de la escena ibérica, ganándose un culto devoto. Para muchos, Nadadora han sido arquitectos de emociones frágiles, mientras que su fusión de guitarras reverberantes y teclados envolventes influyó en bandas como Triángulo de Amor Bizarro o Los Punsetes. Tras su disolución en 2013, Nadadora dejó un vacío que ni el tiempo ni las tendencias pudieron llenar.
El nuevo álbum, aún sin título y en plena grabación, promete ser un reencuentro con su esencia y un paso hacia territorios inexplorados. Con Martí Perarnau (Zahara, León Benavente, Juno) en la producción y Pablo Pulido (Estudio Uno) en la ingeniería, el proyecto lleva el sello de dos figuras clave del indie nacional.
El impacto de este regreso trasciende lo musical. En 2025, el indie español vive una encrucijada: mientras fenómenos virales en redes socilaes dominan festivales, bandas como Nadadora representan una resistencia silenciosa, un recordatorio de que la música puede ser un refugio para el alma. La reedición de «Aventuras dentro de cajas» en 2025, reavivó el interés por su legado, pero este nuevo disco no mira al pasado. Perarnau, conocido por su trabajo con Zahara, aporta una producción que podría llevar a Nadadora a dialogar con las nuevas propuestas, mientras Pulido asegura una claridad sónica que amplifica su emotividad. Sin embargo, el desafío es claro: en un panorama saturado de viralidad, ¿puede una banda tan introspectiva conectar con una audiencia que premia la inmediatez? El indie español, a menudo eclipsado por el mainstream latino, necesita voces como la de Nadadora para recuperar su lugar.
Este regreso no es una mera reunión; es una declaración de intenciones. Nadadora no busca el aplauso fácil, sino excavar en las grietas de la experiencia humana. En un mundo donde la música se consume como un producto más, su apuesta por la sutileza y la emoción cruda es un acto de valentía. Mientras el otoño de 2025 se acerca, el eco de sus guitarras promete iluminar los márgenes, recordándonos que la luz, aunque frágil, siempre encuentra su camino. Nadadora ha vuelto, no para repetir, sino para reinventar su propio universo.