octubre 24, 2025

PortAmérica 2025: ¿Fue el histórico sold out un triunfo o una traición a su alma indie?

La Azucreira de Portas cerró este sábado la decimotercera edición de PortAmérica. Bajo un sol más clemente que el viernes, la jornada final vibró con Melendi, Duncan Dhu, Sidonie y Viva Suecia, un cartel que sedujo a un público intergeneracional, desde cuarentones indies hasta familias y nostálgicos del rock. Sin embargo, la inclusión de la propuesta de Melendi plantea una duda: ¿es esta apertura a lo mainstream el futuro de PortAmérica o un riesgo para su identidad?

Sin lugar a ninguna duda esta última jornada ha tenido un nombre propio: Melendi; su inclusión atrajo a un público masivo, pero desentonó con la herencia indie de PortAmérica, forjada por nombres como Mikel Izal o Ca7riel & Paco Amoroso en jornadas previas. Un cartel que busca contentar a todos (desde fans de la radiofórmula hasta puristas del indie) corre el riesgo de no fidelizar al festivalero de corazón, que valora la coherencia por encima del espectáculo. ¿Es Melendi una jugada maestra para ampliar el alcance del festival o una concesión que diluye su ADN? La respuesta, aún incierta, definirá el rumbo de PortAmérica en los años venideros.

Con su característico timbre rasgado y letras que desentrañan su visión del mundo, Travis Birds ofreció un directo íntimo pero poderoso. La artista desplegó un set que combinó la intensidad de «Perro Deseo» con la emotividad de sus trabajos anteriores. Canciones como ‘Coyotes‘ y ‘La última noche‘ resonaron en la Azucreira, evocando tanto la vulnerabilidad como la fuerza de su universo sonoro. Su presencia escénica, acompañada por músicos como Javier Pedreira (guitarra), Tony Molina (vientos), Jacob Reguilón (bajo) y Mario Carrión (batería), creó una atmósfera envolvente que contrastó con los sonidos más contundentes de Melendi o Viva Suecia esa misma noche.

Pero si un nombre brilló con luz y ADN propio ha sido el Viva Suecia, reafirmándose como una de las bandas más grandes del indie estatal actual, capaces de llenar estadios con su épica melancólica. Abrieron con ‘Bien por ti‘, de su debut «La fuerza mayor«, y desplegaron un setlist que abarcó ‘Hemos ganado tiempo‘ o ‘Lo que te mereces‘, cada tema un himno pulido para masas (en esta redacción hecamos de menos ‘Días amables‘). Sin embargo, su ascenso a la cima del indie español parece haber suavizado la chispa cruda de sus inicios. Donde antes había una urgencia visceral, ahora hay una precisión casi quirúrgica, como si la banda hubiera cambiado la intensidad de los clubes pequeños por la grandiosidad de los grandes escenarios.

El frontman Rafa Val mantuvo su carisma, conectando con el público gallego mediante frases en un gallego sorprendentemente fluido y un guiño al Xabarín Club, luciendo una camiseta del programa y bromeando sobre la versión gallega de Dragon Ball, lo que arrancó risas y aplausos. Cada concierto de Viva Suecia es nuevo pero la perfección de su directo, aunque impecable, careció del desgarro que definía sus primeras actuaciones. Canciones como ‘Hablar de nada‘ resonaron bajo las estrellas, con un público cantando a pleno pulmón, pero es precisión sacrifica, como ya hemos dicho, la emoción de aquella banda que luchaba con el cuchillo entre los dientes para acceder a esa primera línea de los carteles.

No hay duda de su talento: Viva Suecia llenó el escenario con una presencia magnética, y temas como ‘El bien‘ demostraron su habilidad para tejer emociones universales. Pero en PortAmérica, donde la diversidad del cartel oscila entre lo emergente y lo consagrado, su actuación dejó una pregunta: ¿puede una banda mantener su alma al pasar de los garitos a los grandes festivales? Su entrega fue innegable, y el público, aún eufórico tras Melendi, respondió con entusiasmo.

Melendi desató la locura en PortAmérica consolidando su estatus como imán de masas. Con más de 20 años de carrera, el asturiano abrió con ‘El parto‘ y desgranó himnos como ‘Caminando por la vida‘, ‘Lágrimas desordenadas‘ y ‘Cenizas en la eternidad‘, que conmovieron mientras las pantallas enfocaban a un público emocionado, “Nos vemos pronto, primos-hermanos gallegos. Sean felices”, dijo, dejando un mensaje de cercanía que resonó en un recinto abarrotado. Sin embargo, su presencia, aunque efectiva, pareció un cuerpo extraño en un festival históricamente más alineado con el indie y la experimentación.

Antes, Sidonie había encendido el festival con su psicodelia marca de la casa. ‘Fascinado‘ y ‘Me llamo Abba‘ abrieron un set donde Marc Ros se lanzó al público, gritando “¡No os oigo, estáis aquí?”, antes de hacer saltar a todos con ‘Carreteras infinitas0. Un guiño a ‘Wonderwall‘ de Oasis añadió un toque entre la sorno y el guiño a la actualidad. A las 21:10 horas, Duncan Dhu, sin Diego Vasallo, evocó los 80 con ‘Cien gaviotas ‘y ‘En algún lugar‘.

PortAmérica 2025, con sus 65.000 almas repartidas en tres jornadas, fue un éxito rotundo, pero su futuro plantea dilemas. ¿Podrá seguir creciendo sin sacrificar su espíritu? La respuesta llegará en 2026.

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