septiembre 9, 2024

Nurho quiere, Nurho debe


No es muerte, es transformación.

Y sin embargo es un canto hacia el final agónico, en el que de repente la conciencia encuentra paz.

El alter ego de García, Nurho, parece que ha cumplido el propósito de su existencia y tras largas conversaciones en cuarentena entre la creadora y la ilusión, resuelven años de conflicto en un abrazo. Nurho debe morir.

Es la preparación de un ritual de sacrificio y la ansiedad se ahoga con la lucidez que acompaña a lo sencillo. ¿Qué utilidad tiene el arrastrar una mochila llena de artificios decorativos inservibles? Cuando todo falla, ¿quién es el amasijo de sustancia con el que uno convive en silencio? Sin el mundo atropellado del entorno artístico, de la vorágine de eventos sin sentido, ¿cuál es la realidad resultante? ¿quién eres?

El camino de ascuas rituales hacia un final pactado y consentido por todas las partes involucradas tiene como acto indispensable el asentar la renuncia a sí mismo. Sólo así se puede salvar la conciencia individual. Nurho quiere morir.

Vastatione” es un título de doble filo, como le gustan a García. Originalmente viene del latín «vastatio”, residuo, pero la derivación más usada es “Vastatione”, correspondiente a devastación. Ambos conceptos definen perfectamente esta nueva composición, visión de la vida.

La artista es meridianamente clara: “En el momento que empezaron las primeras ideas de la canción a nacer, me hacía respirar el alejarme de todo lo que me había estado quitando cantidades ingentes de energía y proporcionado a la par cantidades ingentes de frustración y disgustos. Duele cuando te mantienen (mantienes) viva por fragmentos y la esencia se va diluyendo a la par que los delirios aumentan. Cuando algo se sale de lo ordinario hacia el lado de “mal”, las torturas de las diversas facetas hacia sí mismas y hacia las convivientes son infinitas, y en algún lugar, la persona originaria es mediadora y receptora de todos los golpes.«

La sencillez y el desnudarse de todo lo acumulado social y personal, hace llegar a la esencia, donde las verdaderas formas del “ser” se pueden asumir fácilmente y sin tanto hastío y sufrimiento. Y así, uno puede reencontrarse en lo artístico, para conseguir una dignidad vital y una mejor relación con su cometido interpretativo y compositivo.

Musicalmente es la primera vez que las tres disciplinas instrumentales de las que la artista es especialista (voz, piano y violín) conviven con la intención de establecer un pacto sin precedentes. «La compuse siempre de noche, inspirándome colocando una iluminación determinada que pasaba a través de un acuario improvisado en el que se curaban dos amigos peces, rescatados en la iniciativa #Nademos (una campaña a favor de la gestión ética integral de fauna en parques y jardines). No sé si tocaba para ellos, para que se pusieran fuertes pronto y poder liberarlos de esa jaula temporal. Su cautividad me evocaba conceptos. Es por eso que quise hacer una composición complementaria visual, que sabía que iría completando con el tiempo. Y hasta este momento, he intentado conseguir todo el efecto significativo de la obra. Dejé que evolucionara, y con esa gran perspectiva, me aventuré a seguir pergeñando el croquis de la gran composición final«.

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