Ace Frehley, cofundador de la banda de maquillaje más icónica la música, conocido como ‘Space Ace‘, ha fallecido tras complicaciones de una caída en su estudio.
Paul Daniel «Ace» Frehley, el guitarrista que se pintaba la cara de estrella fugaz y convertía los escenarios en galaxias de humo y fuego, ha muerto este jueves a los 74 años en Morristown, Nueva Jersey. Su familia confirmó la noticia en un comunicado, revelando que Frehley, apodado «Spaceman» o «Space Ace», falleció horas después de que se desconectara el soporte vital debido a complicaciones de una caída en su estudio de grabación a finales de septiembre, que le provocó un sangrado cerebral grave. Hospitalizado durante semanas, el músico canceló el resto de su gira 2025 por «problemas médicos continuos», y aunque luchó con la tenacidad de un riff eterno, el accidente añadió un trágico epílogo a una vida marcada por caídas literales y metafóricas. «Era un soldado del rock irremplazable», lamentaron Paul Stanley y Gene Simmons, sus excompañeros de Kiss, en una declaración conjunta que subraya el vacío en la «Kiss Army». Pero Ace no era solo un engranaje en la máquina de Kiss: era el alma bluesera que humanizaba el espectáculo, un pionero del hard rock que vendió millones y dejó un cráter en el firmamento musical.
Nacido el 27 de abril de 1951 en el Bronx neoyorquino, hijo de un ingeniero eléctrico y una ama de casa, Frehley creció en un hogar modesto pero ruidoso, donde los Beatles y los Rolling Stones irrumpieron como invasores alienígenas en su adolescencia. A los 13, sus padres le regalaron una guitarra eléctrica para mantenerlo alejado de las pandillas: un plan que falló estrepitosamente, pero que encendió su fuego–. «Fuera del escenario soy un chico del Bronx; sobre el escenario soy Ace Frehley», diría años después en Rolling Stone, encapsulando esa dualidad que definió su carrera. Expulsado de varios institutos por su afición al deporte y las chicas (de ahí el apodo «Ace», ganado a los 16 por un baterista admirador de su don juan), Paul (que adoptó «Ace» full-time para evitar confusiones con Stanley) pasó por bandas locales como Molimo Shango y Cathedral of Hate, tocando blues rock crudo en sótanos humeantes.
El destino llamó en 1972 vía un anuncio en The Village Voice: «Guitarrista principal con flash y habilidad». Audicionó para un grupo pre-Kiss (entonces Wicked Lester), con su madre como chófer, y su riff bluesero en una Gibson Les Paul conquistó a Stanley y Simmons. «Trajo una luz y un ritmo que nadie podría reemplazar», recordaría la banda en su tributo. Así nació Kiss en 1973, con Frehley como el Spaceman: maquillaje plateado, botas de plataforma y un amplificador que escupía humo. Su rol no era solo riffs: era el hombre para todo, el antihéroe relatable en un cuarteto de superestrellas.
Kiss no inventó el hard rock, pero lo patentó como espectáculo. Su debut homónimo en 1974 vendió modestamente, pero los conciertos (con fuegos artificiales, sangre falsa y guitarras humeantes) los catapultaron. Frehley, con su Les Paul «explosiva» (literal: parapetada con pirotecnia), aportaba el groove bluesero que equilibraba la pomposidad de Simmons y Stanley. Álbumes como «Dressed to Kill» y «Destroyer» (producido por Bob Ezrin) escalaron listas, con Ace cantando ‘Parasite‘ y ‘Cold Gin‘, temas que inyectaban vulnerabilidad en el bombardeo de ego.
El pico llegó con «Alive!«, grabado en Detroit, donde los riffs de Frehley en ‘Strutter‘ y ‘Black Diamond‘ vendieron millones, pero los excesos acechaban: en 1976, una descarga eléctrica en un show de Florida lo dejó casi muerto, con quemaduras que lo marcaron como «el inmortal». «Rock and Roll Over» y «Love Gun» consolidaron su estatus, con ‘Shock Me‘ –su hit solista en «Alive II«– como himno confesional. Kiss era un imperio: merchandising, cómics y un disco en vivo que definió el hard rock arena. Pero Ace, con su adicción al alcohol y las drogas, era la grieta: «Era el alma, pero el caos», dijo Simmons.
La década de los 80 fue un torbellino. En 1982, tras «Creatures of the Night, Frehley» dejó Kiss por «diferencias creativas» y abuso de sustancias (incluyendo un accidente de coche en 1983 donde chocó a 90 mph ebrio). Formó Frehley’s Comet, un supergrupo con riffs más blueseros, y su debut homónimo alcanzó el #20 en Billboard con ‘Rock Soldiers‘ y ‘Into the Night‘. Su álbum solista de 1978 ya había probado su potencial fuera de Kiss, pero la Frehley’s Comet era su lienzo: tours caóticos, pero con un Ace más libre.
El regreso llegó en 1996 para el Kiss Alive/20th Anniversary, un mega-tour que recaudó 200 millones y revivió la magia. Con maquillaje restaurado, Frehley brilló en «Psycho Circus«, pero las tensiones volvieron: dejó en 2002 tras el «farewell tour» (que no fue tan farewell). Su carrera solista floreció con «Origins Vol. 1» y «10,000 Volts«, un disco fresco con covers y originales que alcanzó el #4 en ventas de vinilo. Sobrio desde 2006 tras rehab, Ace se reinventó como un sabio del rock: «Mi vida era un circo, pero la guitarra siempre salvó el show», confesó en su autobiografía No Regrets.
Inducido al Rock and Roll Hall of Fame en 2014 con Kiss, Frehley influenció a Tom Morello («mi primer héroe de guitarra») y Eddie Vedder, quien lo invitó a jam en «Black Diamond» con Pearl Jam. Su Gibson Les Paul Custom –la «Three of a Kind» plateada– es icono, y su estilo: blues rock con fuzz y bends emocionales, pavimentó el hard rock visual de los 80.
Ace Frehley no era el más técnico –eso era Vinnie Vincent–, pero su feeling crudo humanizaba a Kiss, convirtiéndolos en más que un gimmick: una banda de himnos para inadaptados. Vendió 100 millones de discos con Kiss, inspiró el glam metal y el hair metal, y su Spaceman (con solo de humo y pyros) es arquetipo del rockero cósmico. Sobrevivió electrocuciones, adicciones y beefs con excompañeros (como su tuit de 2024 llamando «mentirosos» a Stanley y Simmons), pero siempre volvió con riffs que latían.
Dejado por su esposa Jeanette Trerotola (casados desde 1976), hija Monique, hermano Charles y hermana Nancy, Frehley se despide con «Origins Vol. 3» planeado para 2025. La Kiss Army llora: «RIP Space Ace, el riff que nos llevó a las estrellas». Ace Frehley no murió: se desvaneció en el humo de su guitarra, dejando un cosmos de rock que brilla eterno.