octubre 9, 2025

Ana Marcos rompe el silencio y desvela el secreto que oculta la violencia sexual

Ana Marcos, una voz que emerge con la precisión de un estilete y la sensibilidad de un crujido íntimo, ha presentado al mundo ‘A mí no me ha pasado nada (Por qué normalizamos la violencia sexual contra las mujeres)‘, un ensayo que se integra en la Serie ENDEBATE de Penguin Libros. Periodista curtida en las trincheras de El País, donde ocupa un lugar destacado en la sección de Cultura, Marcos no es una recién llegada al oficio: su trayectoria incluye una corresponsalía en Colombia, el seguimiento de los turbulentos años de Podemos y la fundación de Verne, un espacio donde la narrativa periodística se reinventó. Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid y formada en el Máster de Periodismo de El País, su pluma ha transitado desde la crónica política hasta la exploración cultural, siempre con un ojo puesto en las fisuras de lo humano. Ahora, con este texto (breve pero denso), nos sumerge en un territorio donde el dolor se teje con la normalidad, y el silencio se convierte en cómplice.

La obra, que podemos encontrar dentro la colección ENDEBATE (un espacio para textos que provocan más que concluyen), se nutre de la experiencia directa de Marcos como parte del equipo de investigación de El País que destapó, junto a Elena Reina y Gregorio Belinchón, los abusos en la industria cinematográfica española. Este trabajo, iniciado en 2023 y cristalizado en reportajes que sacudieron al sector, no solo puso nombres como el de Carlos Vermut bajo el reflector de la acusación, sino que también alumbró un patrón más amplio: la violencia sexual no es un accidente aislado, sino un sistema que se reproduce en los pliegues de la cultura. Marcos reflexiona sobre cómo su labor ha impulsado cambios culturales e institucionales como la creación de protocolos en el cine o la atención del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, pero va más allá. Constata que el espectáculo, con su glamour y su precariedad, es solo un espejo de una ‘cultura de la violación’ que silencia y normaliza las violencias contra las mujeres, un fenómeno que trasciende platós y pantallas para anidar en lo cotidiano.

El libro, escrito en primera persona, no se limita a relatar el proceso periodístico (las llamadas tensas, las declaraciones juradas, el peso de verificar sin herir). Es un ejercicio de introspección que entrelaza lo personal con lo colectivo. Marcos se detiene en las conversaciones con amigas, en los ‘esto te va a parecer una tontería’ que ocultan agresiones sutiles, en la dificultad de reconocerse víctima en un mundo que prefiere mirar hacia otro lado. Su escritura, afilada pero empática, desmonta la idea de que la denuncia es el único filtro de verdad, cuestionando por qué las mujeres enfrentan un escrutinio que rara vez se aplica a otras investigaciones. La violencia psicológica, el abuso de poder, la manipulación (temas que explora con una honestidad que desarma) se alzan como heridas invisibles, tan reales como un moratón, pero más difíciles de probar.

A mí no me ha pasado nada‘ no es un banquete, sino un aperitivo que deja un poso amargo y necesario. En un 2025 donde el feminismo sigue debatiendo sus límites (desde el caso Rubiales hasta los ecos del #MeToo), este ensayo se posiciona como un puente entre lo individual y lo estructural, invitando a una conversación que no termina en sus páginas. Ana Marcos, con su mirada de periodista y su voz de mujer que ha aprendido a escuchar, nos entrega un texto que no solo documenta, sino que interpela. ¿Estamos dispuestos a romper el silencio que ella misma ayudó a fracturar? La respuesta, como su libro, queda suspendida, resonando en el aire.

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