diciembre 5, 2025

«Aurora» de Ruiseñora, cuando el folclore se quema en la pista de baile

Ruiseñora (Elia y Atilio) ha vuelto, y no lo ha hecho con un disco cualquiera; ha soltado «Aurora«, su trabajo más profundamente personal, discursivo y expansivo hasta la fecha. Si el mundo se está desmoronando, el dúo extremeño-canario ha decidido que la única respuesta es coger el flamenco, la copla y la electrónica industrial y hacerlos arder.

El camino no ha sido fácil (los bloqueos se resolvieron con un internamiento musical en plena estepa castellano-manchega), pero la catarsis resultante es de una riqueza brutal. Este álbum es el intento de la banda de crear una banda sonora para la disociación: ¿Cómo conjugar la esperanza que uno atesora con la desesperanza de un mundo en llamas? Bailando.

«Aurora» da un paso de gigante en esa ‘psicodelia popular’ que Ruiseñora viene abanderando. Han forzado la fusión entre el folclore en su aspecto más amplio y la electrónica de vanguardia, creando un nuevo pulso sonoro que es hermano de sus trabajos anteriores, pero con una inyección de ideas que van directamente a la yugular del mainstream prefabricado.

El cancionero de «Aurora» es un auténtico arsenal de descaro que demuestra la libertad total del dúo. Ruiseñora opera sin miedo al género, inyectando ideas que van desde el pasodoble posmoderno hasta el eurodance en temas tan potentes como ‘Bulería de feriantes‘ o ‘A tierra quemá‘. Esta versatilidad se extiende a un juego de Oscuridad y Luz: se atreven con la crudeza de la electrónica industrial en ‘Salve serás‘, te envuelven con el synthpop más florido en la propia ‘Aurora‘, y te calientan la pista de baile con un pop electrónico casi moroderiano en ‘Déjalo arder‘. Finalmente, no evitan la Memoria y Política, ofreciendo un acto de memoria musical con una versión a Miguel de Molina (‘Dos Cruces‘), y cerrando el álbum con un puñetazo político tan necesario como ‘Desde el río hasta el mar‘, dedicada a las voces acalladas en el genocidio en Palestina.

En esencia, «Aurora» es un hilo de esperanza trenzado con el miedo a volver, las amigas y su poder sanador. Es un disco que habla de la fragilidad, pero que te pone palmas, luz y baile como mecanismo de defensa. El vinilo, diseñado por Ricardo Barquín Molero, es la fantasía visual que acompaña este festín sonoro.

Ruiseñora ha parido su mejor álbum hasta la fecha porque ha sabido mirar al abismo y responder con creatividad. Este disco es esencial para entender cómo el folclore puede ser el lenguaje más radicalmente avanzado y político del pop actual. «Aurora» es un álbum conceptual, de tesis, pero con el groove suficiente para que lo disfrutes en la pista de baile mientras piensas en el colapso. La psicodelia popular ha encontrado su fuego.

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