Con un inminente viaje a Roma por delante, el título de este álbum se me mostró ciertamente irresistible. Fue escucharlo y caer rendida, sucumbida ante la peculiar voz de Mario, con clara remembranza a Morrissey, del que me declaro fan absoluta. Pero, sobre todo, fue la historia que se cuece en los doce temas que componen este discazo. No importa que no hayamos vivido el desencuentro amoroso del prota en nuestras carnes (perdón por el spoiler) para empatizar en su devenir entre el hastío y la angustia. Así que, cuando me surgió la oportunidad de acudir a su concierto en Madrid, ni me lo pensé dos veces.
Fue en la sala Nazca. A las 20:30 tomó posesión del escenario Santi Isla, amigo de la banda, para presentar algunos temas de su último trabajo. La primera de las canciones, una lenta para calentar motores, precedió a otro par algo más rockeras y a dos de las más conocidas – ‘Quedará‘ y ‘Dientes largos‘ – esta última a petición del público. Tras su agradecimiento a Galerna por la oportunidad de telonearlos, cerró su actuación con otra balada. Pocos minutos después, Galerna se coló entre aplausos y vítores. A escena, cinco jóvenes rebosantes de modestia, ganas y entusiasmo a partes iguales, celebrando su segundo concierto como cabeza de cartel, dejando atrás el papel de teloneros de McEnroe.

Como era de esperar, el concierto arrancó con ‘La Razón‘. Ya desde los primeros acordes, quedó demostrado que el público estaba entregadísimo y que los cinco miembros no iban a estar solos. ‘Bilbao-Florencia‘ nos sacó del trance inicial con su melodía pegadiza y letras que rezuman positivismo, libertad y esperanza. Siguieron ‘Monteriggioni‘ y ‘Entrada en Roma‘, una de mis favoritas. ‘La primera noche‘ nos situó por fin en la capital italiana y fuimos capaces de ensoñar los lugares que se iban describiendo. ‘Vía Merulana‘ nos presentó a la co-protagonista de la historia, a la que, doy por hecho, la gran mayoría no tenemos mucha estima. Y justo a mitad del bolo, llegó ‘Cena en Luzzi‘, el tema más esperado de los bilbaínos, donde la gente comenzó a corear como loca, para volver de nuevo a la cordura al llegar ‘San Lorenzo‘. Lo cierto es que no esperábamos grandes sorpresas, ya que todos los presentes conocíamos el repertorio, e incluso el preciso orden de las canciones. No olvidemos que este álbum debut se concibe como una novela dividida en capítulos, cuya historia guarda una estructura de presentación, nudo y desenlace. Sin embargo, hacia el final del concierto, el quinteto se sacó de la manga algunas recomendaciones literarias y la lectura de un poema, cuyo fondo instrumental tomó las notas finales de ‘Villa Borghese‘ para enlazarlas con ‘Huida a Lyon‘ a través de una preciosa melodía que nos sumergió en una tristeza descomunal, rozando casi el desconsuelo. Al llegar el estribillo, que rumia y se introduce en la cabeza de manera insistente a través de una aceleración musical, el suelo empezó a temblar bajo nuestros pies. Y por fin, ‘La Gran Vergüenza‘ y ‘Muriola‘, poniendo punto y final a nuestro breve pero intenso encuentro.

Para quienes nos sabíamos de principio a fin las letras de sus canciones, tras una obsesiva escucha durante las últimas semanas, fue un verdadero gustazo ir arrojando como auténticos trovadores al unísono, los versos que componen estos poemas sonoros, caracterizados por un lenguaje sin florituras, perogrulladas o metáforas, una frescura poco frecuente en las letras de los grupos que capitanean el panorama nacional. Galerna es el nombre del viento que sopla en el norte peninsular. Galerna son también Mario, Miguel, Carlos, Lucas y Guillermo, los artífices de una fuerte brisa que ahora azota hacia el sur, este y oeste.