abril 27, 2024

Fetén

Hemos de reconocer que ya teníamos pensado cómo titular esta crónica antes incluso de disfrutar del concierto de Cala Vento el sábado 3 de febrero en la sala Paralel 62. Pero dentro de nuestra labor bibliográfica y de documentación previa a nuestros menesteres, descubrimos que nuestra opción ya había sido usada por una de las revistas musicales más relevantes de nuestra geografía en su repaso a los mejores discos nacionales,. Así pues, decidimos dejarlo todo al azar y las sensaciones de la velada.

Vayamos por partes, sábado noche, una casa linda en el recibidor y la previa de Austin TV, ¿qué puede salir mal?. La banda mexicana de post-rock, ha vuelto de forma inesperada en 2023, prácticamente una década después de anunciar su separación, y se encuentra estas semanas presentando su último disco “Rizoma” en varias fechas por nuestro país, dentro de su gira europea. Se presentaron con su misticismo y energía instrumental a la sala de la avenida de las ilusiones. Una puesta en escena
impactante, de esas que se quedan en la retina, con guitarras potentes, una actitud empoderada, máscaras que mantienen en el anonimato a los miembros de la formación desde sus inicios hace más de 20 años y que vienen a mostrarnos el mantra que les acompaña desde siempre: “tu cara no importa, importas tú”. Su instrumentalidad fluctúa de forma eléctrica, alternando ritmos vertiginosos, matices psicodélicos y melodías más tranquilas que invitan a liberarse y sentirse todo lo feliz o lo triste que uno pueda y quiera imaginar. La teoría de Jota es la formación la integran Fiscales, CEOs de multinacionales y demás personalidades relevantes para explicar tanto celo a revelar su identidad. Sea como fuere, se encargaron de preparar con acierto y maestría los ingredientes precisos para lo que se estaba cocinando en una primaveral noche de febrero.

Poco antes de las 10:00h se alzaba el telón y, entre el juego tenue de luces que resaltaban la vistosidad de un set de batería con todas las piezas transparentes y los sintes que abren de par en par las puertas de su Casa Linda, aparecían Aleix y Joan. De repente el riff inicial de “Más que satisfechos” y ya era inevitable que el bello se erizara de forma incontrolable ante semejante atmósfera sonora.

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Era mucha la curiosidad de volver a verles 4 años después, con la expectativa de visitar en directo su nueva morada. Un hogar que tan buena acogida ha tenido entre público y crítica y que lo ha llevado a estar presente en prácticamente todos los rankings de mejor disco de 2023. El dúo de l`Empordá había dejado las expectativas realmente altas en su último Balanceo, y con el rédito y la consagración en sus manos, no han perdido el tiempo. Han aprovechando el reseteo de la pandemia para montar su propio estudio de grabación y rodearse de buenas manos en la producción para sacar un disco más maduro y enérgico, que, de forma paradójica, nos recuerda musicalmente a sus inicios. Es un disco que en nuestro caso, ha sido necesario masticar con calma. Llegó incluso a generar mínimas dudas en esas primeras escuchas, pero hemos de decir que se han disipado todas, su directo arrollador ha terminado de persuadir a la parte más crítica de la pareja de cacos que escribe estas líneas, que ha claudicado sin matices y sin peros.

Aleix y Joan son solo cuatro manos, pero tienen el don de llenar de forma arquimediana, cualquier espacio en el que haya una baqueta que agarrar o unas cuerdas que rasgar, hasta desafiar la física del sonido. Si a ese talento natural, se le añade el componente de jugar prácticamente en casa, el resultado es una conexión superlativa con un aforo que alcanzó el sold out con varios días de antelación. Cala Vento fue recorriendo cada una de las estancias de Casa Linda mientras se asomaban a la ventana para repasar éxitos de sus anteriores trabajos, véase “Un buen año”, “Estoy enamorado de ti” o “Abril”, momento en el cual se formó un cráter en la pista que estalló en un pogo masivo. Afortunadamente, nuestra edad nos había regalado para entonces la prudente decisión de subir al segundo anfiteatro. La noche nos tenía reservadas además un par de sorpresas en forma de Gorka Urbizu y Lluis Gavaldá y también hubo espacio para bajar los decibelios con Joan cantando a capela “La importancia de jugar al baloncesto” y el acústico de “Casa Linda”.

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Quien no conozca a Cala Vento, puede caer en el error de dudar que solamente dos personas puedan ser capaces de dar un concierto de rock. Es sorprendente y tremendamente gratificante la potencia y el vigor que le imprimen a sus canciones en directo, que suenan mucho más contundentes si cabe. Este año están de aniversario, ya que cumplirán una década haciéndolo realmente bien, al ritmo exacto para ir abriendo camino y labrándose un reconocimiento merecido. Además cuentan con el paraguas de Montgrí para los momentos de vacas flacas y dudas.

Para terminar, solamente añadir que había una vez un humilde concurso de ilustraciones de grupos musicales en 8 bits y la persona que acertó la prueba de Cala Vento resolvió con un “Te llevaría a una isla desierta para pasar un buen año”, a nosotros solamente nos queda añadir que hace falta gente como Dawidh y Cala Vento en cada plaza.

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