Podríamos disimular, pero de nada serviría. El viernes regresamos a Vilar de Mouros muy decepcionados con el día anterior: Manic Street Preachers nos habían dejado realmente fríos, y ese pequeño detalle, en un festival que, como ya hemos dicho, vive de la nostalgia de los años pasados, hace que nuestras ilusiones se tornen en miedos. Sí, iremos a ver a Skin saltando sobre el escenario con sus Skunk Anansie, nos colocaremos ante Noodles y su guitarra… pero lo haremos con el temor que algo puede salir mal, tal y como sucedía la jornada anterior.
Y la verdad es que no la comenzamos de la mejor manera. Sobre el escenario principal encontrábamos a Nitzer EBB. Para aquellos que no os suene el nombre de Nitzer EBB, como me pasaba a mí, os podemos contar que estos británicos han sido pioneros dentro del panorama electrónico europeo e incluso con sus composiciones ochenteras han logrado influenciar a la escena electrónica actual… esto dicen los eruditos en la materia. Y quizás el problema radique ahí, que nosotros tan solo nos acercamos a la música electrónica para bailar a altas horas de la madrugada y no sepamos diferenciar entre una propuesta electrónica-dark y una propuesta electrónica digital. Su concierto en el que no discutiremos su estilo, ni la oscuridad de su techno, ni su puesta en escena cuidada al máximo detalle, nos resultó tedioso. Un hecho en el que no fuimos los únicos ya que las zonas de gastro y partners se encontraban en aquel momento a punto de reventar. Quizás en otro horario Nitzer EBB hubiese encajado mejor dentro del festival.
Tras ellos y sin descanso, fue el momento de Sisters of Mercy. Posiblemente hayan sido la banda de rock gótico más importante de todos los tiempos. Padres, niños y abuelos se agrupaban sonrisa en boca para disfrutar de Andrew Eldritch o del fantasma de aquel Andrew Eldritch de largas cabelleras del que ya solo quedan aquellas gafas de sol que usaba como protección y esa presencia hierática que en su momento alguien confundió con un halo de misterio. El concierto de The Sisters of Mercy fue justito, muy justito e irregular: posiblemente a los incondicionales de la banda les haya dejado satisfechos pero a gran parte de los 18000 asistentes les dejó con la cara torcida y no por lo bueno que fue. En ese momento temimos lo peor, comenzamos a pensar en lo que estaba por llegar, en cómo se estaban sucediendo los acontecimiento y un escalofrío recorría nuestra columna. En ese momento decidí hacer lo único que podría hacer cualquier millennial: encomendarse a Skin en twitter para levantar un festival que sin duda hacia aguas.
A la hora bruja Skunk Anansie tomaba el escenario del EDP Vilar de Mouros, 19 años después los londinenses al mismo lugar, mucho ha llovido desde ese momento incluyendo un parón de casi una década en mitad de una carrera que comenzaba en 1994.
Sonaba el tercer tema del concierto, ‘Little Baby Swastikkka’, y Skin dejaba claro que el escenario se le quedaba pequeño, subida a las barrera pedía al público que se agachase para saltar posteriormente todos a la vez creando un terremoto en suelo luso, pero sin duda, el terremoto es ella. Un auténtico animal de escenario que sale a destrozar a quien ante su banda se coloca, Skunk Anansie no distingue entre sexo, color o edad su objetivo es claro: arrancarte el corazón con la misma dulzura que cantan temas intemporales como ‘Hedonism’.
A diferencia de The Cult o Sisters of Mercy, Skunk Anansie siguen sonando actuales, es cierto que no necesitan vivir de antiguos éxitos ya que siguen peleando disco a disco por seguir evolucionando musicalmente y no repetir la fórmula que los encumbró como una de las bandas de punk-rock más inusuales de las Islas Británicas, nunca dejaron que las modas influyesen en su camino y por ello jamás lograron el reconocimiento y la fama que se merecen, y mucho menos ahora cuando Skin convierte cada concierto en un acto político en contra del Brexit, la discriminación y de la políticas de inmigración actuales: ‘Primero nos persiguen porque somos inmigrantes, luego nos persiguen porque escuchamos música hecha por inmigrantes ¡Vamos a vencer al fascismo!’, batallas en las que Skin nunca se ha escondido.
Sí, sin duda, Skunk Anansie reflotó el festival con un concierto fascinante que demuestra que, si quieren, a esta banda le queda mucho por delante. Y nosotros esperamos contártelo.
Cruzamos las frontera para enfrentarnos a Skin y sus chicos pero sabedores que la gran parte de los 18.000 asistentes de la jornada del viernes tenían una banda referencia: los californianos Offspring. Hace unas semanas nos cruzábamos con ellos en el Tsunami Xixón, un concierto entretenido en el que buena parte de los asistentes demostraron que siguen siendo viviendo Offspring como en el 94, comportándose como niñatos. Sabiendo que al otro lado de la frontera los comportamientos son diferentes podemos decir que disfrutamos de un gran concierto de los estadounidenses, quizás porque simplemente decidimos bailar y levantar polvo y no necesitábamos estar pendientes de si una cerveza impactaría en nuestra cabeza o nos mojaría.
Offspring llegaba a Vilar de Mouros para ofrecer el último concierto de su gira europea. Al igual que en Xixón, abrían su set con “Americana” pero una energía diferente se notaba. Quizás ese fin de gira llevaba a Drexter Holland y a Noodles a estar más distendidos, sí, repetían los mismos chistes pero las sonrisas ya no eran forzadas. Y es fácil relajarse cuando ante ti más de la mitad de la audiencia corea cada uno de tus temas como si de plegaria se tratase, una plegaria que conseguía que las cabezas se moviesen como si una fuerza diabólica se adueñase de ellas y nuestros pies golpeasen el suelo hasta convertir el EDP Vilar de Mouros en una nube de polvo musicalizada por una banda punk americana.
Quizás esta energía desbordada dejó fuera de lugar el momento intimista que genera ‘Gone Away’ cuando Holland rodeado de velas se sienta al piano en mitad de un escenario vacío. Sí, nos queremos, pero sobre todo queremos bailar y quemar adrenalina con una de las bandas referencia de nuestra juventud. Una vez más ‘Self Esteem’ marcaba la despedida y el fin; el fin de un concierto, el fin de un largo paseo por Europa, el fin de la segunda jornada de este EDP Vilar de Mouros.