«Esperanza» es el primer trabajo de Ricardo Lezón firmado en primera persona. Con McEnroe en un periodo de letargo y tras un trabajo a medias con The New Raemon ha llegado el momento de dar un paso al frente y mostrarse al público sin seudónimos o etiquetas.
Con motivo de su inminente visita a Vigo este viernes, compartiendo el escenario de la Sala Island con los madrileños Morgan dentro del ciclo #escenariosMahou, hemos podido conversar con Ricardo. Una conversación de la que ha nacido la entrevista:
(Pregunta) – Helicón, McEnroe, Viento Smith, un trabajo a medias con The New Raemon. Lo siento pero la primera pregunta es más que obligada ¿por qué ahora Ricardo Lezón?
(Respuesta) – Pues tan simple como que tenía canciones y ganas de grabarlas y sacar un disco. McEnroe está en un letargo temporal por paternidades, traslados al extranjero, etc… así que decidí hacerlo en solitario. Me ayudó mi gran amigo Txomin Guzmán que es un gran músico al que admiro y con quien me hacía mucha ilusión hacer algo, y también Ed, el batería de McEnroe. El disco está grabado en La Mina con Raúl Pérez, que es con quien he grabado los últimos discos de McEnroe, incluído el compartido con Ramón y el de Viento Smith. He podido contar con David Cordero y con la voz de mi hija Jimena, así que era en solitario pero bien acompañado.
(P.) – Y además, se viste de largo con «Esperanza». Un trabajo que nace en el mismo lugar que hizo aquel «Lluvia y Truenos» compartido con Ramón. ¿Cómo se fraguó esta colaboración?
(R.) – Ramón me llamo un día y me lo propuso y claro era una oportunidad imposible de dejar escapar. Admiro mucho su música y fue un acierto total. Creo que hicimos un disco precioso y autentico, aprendí mucho de él, hicimos una gira maravillosa rodeado de grandes músicos que ahora son mis amigos y conocí a un tío de puta madre con el que seguro que haré más cosas en el futuro.
(P.) – Cómo tú mismo has dicho, ese álbum llegó en un momento en el que no tenías trabajo pero tenías canciones. En cierta manera es un reflejo de la sociedad actual donde hay talento pero no medios. ¿Hay esperanza para esta sociedad?
(R.) – La esperanza es algo incontrolable, siempre está presente y ni uno mismo puede acabar con ella. Eso dijo Cioran y estoy de acuerdo. Creo que hay muchos medios ahora para desarrollar el talento pero vivimos tiempos que para mí son indescifrables, donde todo parece ser muy efímero y en donde cuesta encontrar un lugar en el que encajar.
(P.) – ¿Qué es más difícil, ser tenista profesional o vivir dignamente como músico?
(R.) – Ser tenista profesional tiene pinta de ser muy complicado. Yo jugaba porque me divertía mucho jugar pero me da la impresión de que los tenistas profesionales no se divierten demasiado jugando. Vivir de la música es complicado también. A mí la música me ayuda a ser más feliz, es decir, a sentirme vivo y eso es a lo que aspiro. Dejémoslo en empate.
(P.) – También has contado con Edu Guzmán. Juntos lleváis quince años tocando. ¿Cómo se consigue seguir unidos tras tantos proyectos y tanto kilómetros recorridos?
(R.) – Porque es mi amigo. Vivimos la música de la misma manera, buscamos y encontramos lo mismo. Es un músico maravilloso y un amigo mejor aún. No hay nada que conseguir, es un privilegio poder hacer canciones juntos.
(P.) – Debo reconocer que en muchas ocasiones cuando hablamos de tu trayectoria mucha gente dice que es música triste. Personalmente discrepo con esa afirmación y siempre he optado por decir que tus letras hablan de emociones más que de tristeza. ¿Se confunde fragilidad con tristeza?
(R.) – La fragilidad está llena de belleza. Hace tiempo que me importa poco que hablen de tristeza. Yo solo tengo control sobre lo que me produce a mí y no es tristeza sino todo lo contrario: luz, serenidad y alegría.
Desde el primer día que quedamos para ensayar supimos que queríamos cantar sobre cosas que nos emocionaran y eso seguimos haciendo. No me gusta la música que me hace sentir triste así que no la escucho. Escucho la que me emociona. Es sencillo.
(P.) – «Esperanza» salía al mercado el pasado mes de octubre. Tras este tiempo en el mercado, ¿qué feedback has recibido por parte del público?
(R.) – A mí el disco me gusta mucho. Tiene todas las virtudes de la duda del principio y también los errores. Lo escribí en un momento concreto y refleja perfectamente dónde estaba y cómo me sentía. Estoy muy contento con la banda que me acompaña en directo y con la respuesta de quienes vienen a escucharnos. Siempre he tenido mucha suerte con quienes se han interesado por mi música tanto con McEnroe como con Helicon y Viento Smith. Estoy muy contento.
(P.) – En ‘Arena y Romero’ esa voz femenina que te acompaña es la de tu hija, y no es la primera vez que sucede, pues ya te acompañaba en ‘Rayo de Luz’ ¿Cómo surge esta sinergia?
(R.) – Le escuchaba cantar en el coche y me gustaba mucho. Me costó un poco convencerle porque escucha otro tipo de música pero al final lo conseguí. Cantó ‘Rayo de Luz‘ y fue maravilloso poder compartir eso con mi hija.
En este disco tenía claro que me apetecía que cantase y me costó un poco menos. No solo es la ilusión de que sea ella sino que me encanta su voz y hace que las canciones sean más bonitas.
(P.) – Sin salirnos de esa primera canción. Tengo la sensación que es una canción que sobresale sobre el resto del disco. ¿Cómo surgió esa manera de orquestar tan compleja?
(R.) – Tuve la gran suerte de contar con Marc Clos, fantástico músico que toca con Ramon y con Nueva Vulcano, y fantástico tío también. Me ayudó con arreglos de guitarra y le dio un vuelo increíble. Txomin también se volcó y después con la voz de Jimena subió mas aún. Es la primera canción que escribí del disco.
(P.) – Con ‘Noche en Noviales’ regresamos a ese pequeño pueblo de Soria en el que pasaste un par de años. En ella hablas de la ruinas de la soledad o de los pensamientos perdidos. ¿Podríamos entenderla como una carta de despedida ahora que has vuelto a residir en Getxo?
(R.) – Nunca me despediré de Noviales. Fue una época de mi vida increíble, fue como encontrar mi sitio. La canción describe una noche allí. Ese silencio, esa paz y esa sensación de ser capaz de todo. Voy de vez en cuando y en un futuro sé que volveré a estar allí.
(P.) – Pero en ese periodo en Noviales no solo has tenido tiempo de escribir canciones, también has escrito un libro de poemas autoeditado, «Extraña Forma de Vivir», y un libro de relatos y poemas titulado «Los Minúsculos Latidos». Hace un par de años Dylan recibía el Nobel de literatura por, y cito textualmente a la Academia sueca, «haber creado nuevas formas de expresión poética dentro de la gran tradición de la canción estadounidense». ¿Cuál es la línea que separa música de poesía?
(R.) – Nunca entendí ese debate. Dylan es un escritor inmenso y el hecho de que esa poesía sea parte de canciones no la separa del resto de la poesía. No creo que haya ninguna línea que separe la poesía de nada. Hay películas que son poemas. Hay personas que son poemas. Hay paisajes que son poemas. ¿Qué más da el envase? Además, el Nobel solo es un premio.
(P.) – Como hemos comentado, eres autor de un poemario, de un libro donde poemas y prosa se entremezclan. ¿Has pensado en escribir algo más largo?
(R.) – Sí, he intentado escribir una novela pero todo parecía muy forzado y nunca me ha gustado forzar nada. Quizás algún día, o quizás no.
(P.) – Muchas gracias por esta entrevista, Ricardo.
(R.) – Gracias a ti.