Desde El Confidencial siguen llegando artículos con el tema recurrente festivalero: las malas condiciones laborales de los trabajadores. Generalizando las informaciones sin demasiado acierto, pero en esta ocasión haciendo referencia a nuestro anterior artículo.
En su artículo podemos leer comentarios como:
“Sinceramente creo que esa gente no sabe a lo que va, que no están acostumbrados a trabajar, sólo quieren tener dinero calentito en el bolsillo sin doblar la raspa”. Un clásico del argumentario esquirol desde el siglo
XIX.
No sabemos por dónde andaron los compañeros de El Confidencial durante el festival, pero de estar a diario donde estuvimos nosotros, podrían comprobar que era habitual ver a jóvenes que, al coquetear con sus primeras experiencias laborales, se veían sobrepasados, mientras otros tantos dejaban sus puestos o no acudían tras la noche de fiesta.
Resulta extraño insinuar por defecto argumentos de esquirol por parte de alguien que piense que «muchos no saben a lo que van», frase con algo de razón lógica al menos en un puesto de trabajo donde suceden estas cosas que comprobamos. Para seguir, dicha frase fue extraída de la entrevista, sin mencionar que viene introducida por «Respecto a comentarios que he leído por ahí…«, «comentarios» que imaginamos que los místicos poderes de Sandro Rey han desvelado a alguien para así poder juzgar adecuadamente si la opinión del trabajador tiene alguna base real o no.
También tenemos los abrumantes despliegues de reduccionismo generalista y sensacionalismo en frases como:
«Por lo visto, pedir sombra para dormir en el camping de empleados, una remuneración de diez euros la hora y una cena mejor que un bocadillo reseco te convierte en un quejica.»
Vamos a proseguir esa línea: es de quejicas pedir sombra en un camping que está al completo cubierto por lonas de sombreo (dormimos siete días allí, lo sabemos bien y por si acaso añadimos foto). Luchar por un salario de diez euros no es de quejicas, quejarte públicamente de un salario dentro de los márgenes legales, por encima de la media del sector y que previamente aceptaste de buena gana, sí que lo es un poco. No pretendamos generalizar y disfrazar ahora de activista al primer trabajador que salga refunfuñando o quejándose de su trabajo, puede resultar ofensivo para los activistas de verdad.
En cuanto a lo del bocadillo, ¿sabemos si es parte del contrato o es una cortesía laboral? Si es una dieta que debe proporcionar la empresa puede ser motivo para quejarse, pero si se trata de una cortesía por parte de la empresa, nadie te impide llevarte tu propio bocadillo o comer en algún puesto del festival. ¿Alguien realizó algún tipo de trabajo de investigación para confirmar ese detalle tan insignificante?
Para explicar como se merece el fenómeno del sol, entraríamos en una explicación tediosa y extensa, por lo que seguiremos pecando también de reduccionistas: la tierra gira sobre sí misma, por ello el ángulo de incidencia de los rayos solares en la superficie terrestre varía a lo largo del día haciendo imposible que una lona de sombreo estática proyecte al suelo una sombra estática (vamos, que el sol te jode la mañana). Ademas, este año hubo una zona enorme, repleta de sombra y justo a la entrada, la cual quedó vacía.
Con ese tipo de artículos se penaliza a quien no lo merece, mientras, por otro lado, se deja de penalizar a quienes sí lo merecen. Y por último, para abordar el tema de la precariedad laboral hay casos de otros festivales que son más merecedores de denuncia pública… y en más de un caso incluso de denuncia judicial, vamos, cosillas más constructivas y que de verdad podrían mejorar las condiciones de trabajadores en situaciones mucho peores. ¿Hay algún motivo o interés concreto detrás de tanta insistencia?
buen articulo.
los de el confidencial es que no paran con su batalla contra los fantasmas de los festivales, menos mal que hay otros medios que cubren mas puntos de vista