Tras unos días de riguroso proceso de resurrección a base de suero en vena, duchas calentitas, 653 visitas al fisioterapeuta, dormir en un colchón de verdad y arrancarme los tímpanos para no tener que volver a escuchar nunca más ‘Toro’, por fin me veo en condiciones (al menos físicas) para hacer un repaso de este Sonorama. Un Sonorama que celebraba su 20 aniversario, ha durado solo 21 días y ha sido más intenso que un Erasmus en Siberia.
Tanto tiempo ha dado lugar al inevitable debate sobre la afluencia masiva en las últimas dos ediciones y como decía Nacho Vegas “siempre hay dos bandos”. Están por un lado los que conocieron el Sonorama pre BOOM y echan de menos el ambiente familiar que podía disfrutarse en aquel entonces y por otro, los que llegan por primera vez y al comparar el Sonorama con el Arenal Sound piensan que han estado en el puto paraíso. Algunos incluso se han atrevido a proponer una solución para conservar la esencia del festival que todos los románticos tienen en su cabeza. Puede parecer simple reducir el aforo y que los abonos solo los consigan los más veloces pero ¿convertiría la reventa al Sonorama en el nuevo Alejandro Sanz? No queremos saberlo, lo único que está claro es que el equilibrio es imposible cuando me hablas de mucha gente en poco espacio y conservar la identidad que te diferencia del resto.
Como todas las crónicas hablarán de lo acertados y la gran respuesta del público de cabezas de cartel tales como Amaral, Leiva, Loquillo, La Habitación Roja, Monarchy o Fangoria, he querido hacer un repaso del festival pasando por las novedades que ha introducido la organización del Sonorama este año y han sido un acierto (o no), de lo que no ha cambiado y debe mejorar, y de lo mejor que nos ha dejado el 20 aniversario del festival arandino.
LO MODERNO
El miércoles la novedad fue el escenario grande del camping, donde se celebraron los conciertos de esa noche y la del domingo y lunes. Además de la ya clásica fiesta de disfraces, por el escenario del polvo, ubicado en zonas del camping que hasta esta edición nadie sabía que existían, ha pasado Camela, Nunatak, Luis Brea y el Miedo y Varry Brava, entre otros, encargándose de abrir y cerrar el festival por todo lo alto.
Siguiendo con el camping, podemos mencionar las nuevas duchas: más cantidad, mejor calidad, más concentradas, más lejos y con menos plástico cutre que además de dejar al descubierto la poca intimidad que se puede tener en este tipo de casos, quitaba algo de vientecito.
Otro de los aciertos de esta edición, ya en el recinto, ha sido la barra rápida de agua y cerveza. Principal culpable de que acabes mezclando vino y cerveza y acabes como Las Grecas, pero qué felicidad no tener que hacer cola para tener el vaso lleno. Sueño contigo, barra exclusiva de kalimotxo. ¿Alguien escucha mis plegarias ahí arriba?
También este año el recinto contaba con una amplia zona de restauración y descanso: quizá la oferta gastronómica no era muy variada pero lo cierto es que había numerosos merenderos para poder reposar y comer mientras tu cuerpo se recuperaba de tanta mandanguita. ¿Lo mejor que he probado durante el festival? El jamón cortado a mano de la zona VIP. Poco más que decir.
Para cerrar con las primicias que nos hemos encontrado en este Sonorama he de decir que algunas no han sido del todo agradables, como es el caso de la inexistente zona de prensa. A pesar de que se suponía que dispondríamos de wifi, taquillas y enchufes, el jueves nadie supo dar respuesta al lugar donde ese sitio tan mágico y utópico se encontraba. Se coló en mis sueños los 5 días de festival. Tampoco gustaron a nadie las colas de los accesos y sobre todo, las fatídicas consecuencias: perderse los primeros conciertos.
Otra novedad fue la cabecera del escenario principal. Al más puro estilo Tomorrowland rural, una mística decoración hacía justicia a las caras que más de uno llevaba sobre las 2 de la mañana. La performance loca de los inquietantes e iluminados ojos moviéndose de un lado a otro fijo que protagonizó las pesadillas de algún asistente.
LO CONTINUISTA
Hay cosas que funcionan y no deben cambiar nunca. El Sonorama lo sabe y a veces se agarra a la tradición. Por eso este año han repetido con esos baños galácticos que indican a 35km si está libre u ocupado y además tienen luz, gancho para el bolso o mochila, papel, jabón higienizante, espejos y grifos. Amigos, la felicidad era esto. Aprovecho para recalcar la necesidad de estos baños en el camping, ya que los típicos Poliklyn siguen dando puto asco y la hora de la limpieza es siempre un misterio porque, aunque las gentes digan que acaban de escuchar al camión que los limpia, ¡NO SE NOTA UNA MIERDA!
Pero sigamos con esas cositas tan propias del Sonorama con las que te acabas queriendo casar, como son el buen vino o los katxis de croquetas y macarrones. Uno de estos y te ahorras tener que invocar a la virgen de la santa resaca. Prometido. También es muy típico ese grupo que va a tocar una vez en un escenario pequeño del recinto y acaba tocando en todas las plazas de Aranda y si te descuidas, en tu tienda de campaña. Este año los afortunados y exhaustos han sido Rufus T. Firefly y tanto público como ellos mismos parecen haberse quedado con ganas de escenario principal.
Hablemos ahora de lo bonitas que son las sorpresas. Aunque generen mucho hype y a veces, en consecuencia, profundas decepciones siempre gustan. Y en la Plaza del Trigo siempre habrá hueco para un plato fuerte, ya sea León Benavente, Arizona Baby, Mikel Erentxun o Sidonie.
LO MEJOR
Aunque ya he mencionado algunos aspectos que se han colocado en el TOP de razones por las que repetir en el Sonorama, no quería cerrar este repaso sin destacar los conciertos y sesiones que nos han hecho bailar a todos este aniversario.
Empecemos con el mágico escenario Charco, ese sitio que invita a la diversidad de ritmos iberoamericanos a echar el resto mientras los que han atrevido a explorar más allá de las fronteras de la Sal y el Trigo retozan en el césped que le rodea. De verdad, este sitio devolvía los años de vida que perdiste con tanta fiesta y dormir tan poco.
Uno de los momentazos más aclamados por la multitud y más veces presentes en todas las noticias del festival fue ese concierto 20º aniversario del Sonorama, donde pudimos bailar y disfrutar de diversas colaboraciones, muchos temazos y un apoteósico final con ‘Que no’ de Deluxe, en el que se animaron miembros de Kuve, Dorian, Xoel López, Izal, Iván Ferreiro y Shinova.
Otro de los instantes más emotivos me atrevería a decir que fue la entradilla que precedió al concierto de Los Planetas haciendo un remember de las 19 ediciones anteriores. Vimos lagrimillas. Como las que teníamos algunos del gustazo que daba poder pagar en barra sin tener que sacar la cartera.
Volviendo a la música, había grupos que pese a estar incluidos en el cartel no contaban con las mejores condiciones por lo que sea y merecen reconocimiento. Hablo de grupos como Viva Suecia o Sidecars, que tocaban con el sol cayendo sobre las múltiples cabecitas que se atrevieron a disfrutar del tardeo. O de Yo, Estratosférico, que abrían la carpa el viernes y aunque había más gente en la cola de los accesos que dentro del recinto, hicieron bailar a los pocos valientes que se acercaron. También Eladio y los Seres Queridos, que coincidía con el concierto de Lori Meyers y aún así captaban con sus Cantares a todo el que entraba a esa hora al recinto o Enric Montefusco, que también coincidió con Loquillo y Dorian pero no dudó en bajar a cantar con los más fieles.
Nacho Vegas también tuvo la difícil tarea de abrir el escenario principal, y aunque con retraso por el problema de los accesos, solventó todo inconveniente arropado por el coro antifascista Al Altu La Lleva y la politización definitiva de sus directos. Poco se habla de esto y no quiero entrar en mucho follón para evitar lapidaciones o etiquetas varias, pero YA ERA HORA.
Para contrarrestar, he tenido que dejar este lugar para hablar de las sesiones de DJs, porque se puede ser fan de Nacho Vegas y bailar como una loca con Ley DJ, de verdad. Pero para fiesta, la que montaron Jota POP, Blutaski DJ, David Kano o Los Niños Terribles en la bendita carpa que nos salvó de numerosas hipotermias. Y en contraste, las refrescantes sesiones de Hugo Le-Loup, Rafa Ariño, Emdiv DJs, Don Gonzalo o Corrientes Circulares en el pueblo inundadas por buen rollo, abanicos, confeti, crema solar y mucha pistola de agua.
Solo nos queda desear muy fuerte que pronto tengamos noticias prósperas de la próxima edición del Sonorama Ribera, ya que parecen estar a la espera de alcanzar un acuerdo para conseguir un recinto más grande en el que quepamos todos sin la necesidad de odiar fuerte a nadie. Lo cierto es que el festival arandino solía despedir sus ediciones anunciando sus próximas fechas y dando luz verde a la venta de los primeros abonos, pero por lo que sea este año se está haciendo esperar.