El pasado sábado se entregaron en el Gran Teatro los Premios San Pancracio, como colofón del Festival Solidario de Cine Español de Cáceres, en la gala más divertida que cabría imaginar, claro que no puede ser de otra manera si los presentadores son Raúl Cimas y Julián López.
La ceremonia empezó a las nueve, con media hora de retraso, y en tono de musical con Julián López cantando entre el público una versión de Queen en la que la palabra mama se sustituía por sanpa, de San Pancracio. En esta introducción a la gala los presentadores iban en chándal, atuendo que, contrastando con el traje del resto de la gala, parodiaba la petición de lucir media etiqueta que la organización había hecho en colaboración con la Asociación de Moda Sostenible de Extremadura.
Una vez finalizado este primer número, y después de que Julián nos asegurase que ya había pasado lo peor y no habría más canciones, se proyectó un vídeo resumen de las mejores películas del año con música de Bowie. No sé si como homenaje al músico o porque para hacer cine en este país hay que ser un héroe. Tras el vídeo, se entregó el primer premio de la noche, el Reyes Abades al director artístico Marcelo Pacheco, de manos del figurinista Pepe Reyes. Si algo bueno tienen estos premios, a parte de su amor por el cine español y su carácter solidario, por supuesto, es que en la mayoría de las ocasiones los entregadores del San Pancracio son amigos de los galardonados, lo que hace la gala más emotiva y sincera.
La primera actuación de la noche corrió a cargo de Hostal Moscú, los Vetusta Morla cacereños, a los que todo el mundo se empeña en llamar Hotel Moscú y que sorprendieron con una versión de lujo de ‘Cometas’, acompañados por coristas y un trío de cuerdas. Después de la actuación musical, llegó el momento del discurso de los hermanos Rebollo (Fundación Rebross). Un discurso equilibrado entre Tinti y Paco, en el que entre el reconocimiento a los premiados y guiños de humor, también nos recordaron que en 2016, una vez más, la película más taquillera en España había sido española a pesar del IVA cultural, la falta de incentivos fiscales y el retraso de las ayudas al cine. Finalmente, se despidieron con la promesa de continuar trabajando por la promoción de la cultura cinematográfica en la región.
El siguiente galardón de la noche fue el de Actriz Revelación para Anna Castillo por “El Olivo”, que recogió de manos de su pareja, el actor cacereño Nico Romero, al que dedicó el premio, además de a su familia que la acompañaba para celebrar el día del padre. El San Pancracio a Actor Revelación lo entregó Daniel Holguín, director de la gala, a Carlos Santos que, visiblemente emocionado, se lo agradeció a Daniel y a un festival que visitaba por tercera vez. Carlos presentó la gala de la edición pasada y ha entregado premios en distintas ocasiones. Deben gustarle los San Pancracio porque se despidió con un “Nos vemos al año que viene.”
Tras los premios revelación, llegó la colaboración de Sara Escudero, con la que quien escribe no podría sentirse más identificada. Sara estuvo muy divertida con guiños al público cacereño y a los actores, especialmente a Eduardo Noriega, a quien dejó muy claro que para toda una generación él siempre será el primer “malo” del que nos enamoramos, Bosco de Tesis.
El San Pancracio a Mejor Dirección Novel lo entregó Pablo Barrera, aunque según él, entregaba el premio a mejor artesano y ceramista, categoría en la que se ven obligados a inscribirse a efectos legales los creadores cinematográficos. Este premio a ceramista/cineasta fue para Salvador Calvo por “1898. Los Últimos de Filipinas”, que explicó que se trata de un premio muy especial al ser su primer premio por hacer cine y que por ello lo recordará toda su vida.
La actuación de la cantante Cristina Sánchez precedió uno de los momentos más especiales de la noche, la entrega del San Pancracio Pasión por el Cine. El encargado de hacerla fue el periodista José María Clemente, que alabó la labor del festival y de la revista Versión Original, justo antes de sorprender con el galardón a un Emilio Gavira totalmente descolocado por recibir un premio, cuando pensaba que iba a entregar otro.
El premio a Mejor Dirección a Koldo Serra por “Guernika” lo entregó Julian López, quien alabó su trabajo tanto en cine como en televisión, dónde habían trabajado juntos. La amistad entre ellos quedó reflejada cuando Koldo le regaló a Julián un pin del Athletic de Bilbao que se había usado en el rodaje de la película.
Después del San Pancracio a mejor director, era el turno del de Mejor Actriz entregado por Eduardo Noriega a Laia Marull por “La Madre”. Laia se mostró agradecida con que un festival que ayuda a personas en riesgo de exclusión social la premiase por una película con personajes que se encuentran en esa misma situación. El premio a Mejor Actor fue para Roberto Álamo por “Que Dios nos perdone”. Roberto recordó haber estado diez años antes en ese mismo teatro representando Urtain y cómo en esa época jamás hubiese imaginado volver para recoger un premio de cine. En sus agradecimientos se centró en el público y el carácter solidario del festival: “Gracias al público por ayudar con sus entradas a las personas que más lo necesitan, por eso es el premio que más me gusta recibir.”
El último premio, el San Pancracio de Honor, nos regaló uno de los momentos más cómicos de la gala, con permiso de los presentadores. Lo entregó el actor cacereño Juan Margallo a su pareja, tanto dentro como fuera del escenario, Petra Martínez. Los agradecimientos se convirtieron en una sucesión de anécdotas que se superaban unas a otras y que sirvió como broche a una ceremonia cargada de humor, emoción y amor por el cine, que se cerró con la actuación musical de Hostal Moscú.
Y es que, la gala, dirigida por Daniel Holguín con guión de José María Clemente, no perdió ritmo en ningún momento, a pesar de alargarse un poco más de las dos horas previstas al inicio, en gran parte porque se convirtió en un espectáculo de humor gracias a los sketches de los siempre geniales Raúl Cimas y Julián López que ojalá presentasen todas las galas de cine del país.