Despierto. Tercer día. Sigo en Paredes de Coura, como en un confuso y surrealista sueño. Apenas dormí de la inquietud. Me preparo para la resurrección. Al fin, llegó mi jornada perfecta, repleta de colores y psicodelia. Desayuno una especie de batido de frutas, algo sano para deshinchar la pelota de tenis que me palpita en la garganta. Escucho a Kevin Morby desde el camping, dónde no llegaban imágenes pero sí una acústica casi tan buena como la del escenario. Me preparo para ir a Crocodiles, pero un arrebato de alcoholismo me obliga a tomarme un par de copas con un mejunje tóxico a base de refresco de maracuyá, un cóctel molotov que me provocó irremediables náuseas y un severo apalanque. Me resigno con mi estómago, tomo aire y subo la cuesta aguantando la acidez como puedo. Llego por fin al festival mientras la banda de reptiles interpretan su último tema, un refrescante cover de ‘Ca Plane Pour Moi’ de Plastic Bertrand. Me traslado entonces al escenario pequeño para contemplar el potente y psicotántrico directo de Psychic Ills. Si hasta ahora los directos habían sido enérgicos y superlativos, con esta jornada empezaban los espectáculos de experimentación, de silencio y reflexión. Psychic Ills poco a poco se fueron apoderando de mi cuerpo y mente hasta llevarme a un estado de puro trance, hipnotizado por la voz dulce de su vocalista y hechizado por las suaves notas de la bajista. Por suerte mía, a esta banda neoyorquina la tenía fichada desde sus movimientos por el festival Levitation de Austin y reconocí algunos temas de su disco «One Track Mind» (2013) como ‘One More Time’ y ‘FBI’, además de presentarnos canciones nuevas de su último álbum «Inner Journey Out» (2016). Se despidieron pronto y desperté de golpe aún con su imperioso mantra metido en la cabeza, aunque el deseo de trasladarme al Palco Vodafone me consumió, ya que King Gizzard and The Lizard Wizard iba a estallar como una bomba atómica. Y ahí estuve yo, tratando de adelantar unas filas hacia adelante porque eso ya estaba que ardía. Los de Melbourne respetaron la tradición y su bolo fue una larga jam session sin un solo descanso para respirar, empezando con su disco nuevo «Nonagon Infinity» (2016) y reventando el escenario con su primera parte, dos baterías golpeando, una armónica violenta y guitarras enloquecidas. ‘Robot Stop’, ‘Big Fig Wasp’, ‘Gamma Knife’, ‘Mr. Beat’… los temas que conforman la primera y loca jam iban sonando una tras otro, repitiendo estribillos y entremezclándose, de manera caótica pero perfectamente coordinada. La banda sabía perfectamente dónde empezar y cuando terminar, enlazando uno con otro tema.

Entonces llegó la arrolladora ‘People-Vultures’ y la gente enloqueció. Uno tras otro, los asistentes más enérgicos volaban por encima de las cabezas haciendo crowdsurfing hasta aterrizar en el otro lado de la barrera. Cuando parecía que no podía ir a mejor, llegó la hora de interpretar ‘I’m In Your Mind’, ‘Im Not In Your Mind’, ‘Cellophane’, y ‘I’m In Your Mind Fuzz’, los cuatro temas que conforman la mejor e inseparable sesión de garaje psicodélico de su insuperable álbum «I’m In Your Mind Fuzz» (2014) , con épicos instrumentales, vuelta a las reiteraciones, rescate de estribillos y una cuquísima flauta. Terminó el concierto bajo un bíblico aplauso y por mi parte, una medalla de oro directa al enorme conjunto (siete miembros) que se coronaron como el mejor directo que hasta ahora he asistido este año.
Volví al escenario Vodafone.FM casi sin poder digerir este último acontecimiento porque ya estaba soltando sus primeras notas el enorme Jacco Gardner, quien completaba así la última pieza de la Santa Trinidad del cartel. Empezó suave con ‘Hypnophobia’, ‘Clear The Air’ y ‘Face to Face’, pero progresivamente, el ambiente empezó a hacerse más latente, los colores brillaban más y las notas eran más puras y limpias. Había algo en su música que te obligaba a adentrarte en su mundo, su caótica imaginación, al Gabinete de Curiosidades.

Y allí me encontraba yo, a medida que Gardner y sus músicos se concentraban más y endulzaban el ambiente, yo iba ignorando las voces de fondo y adentrándome en la mágica utopía a la que me introdujo su música. El mejor momento fue sin duda alguna los casi 10 minutos que duró su famoso tema ‘Find Yourself’, y ‘Puppets Dangling’. Ahí demostraron talento, capacidad de reiterar sin aburrir, creatividad, paciencia… aquel que no olvidó sus preocupaciones o tenía la mente más ocupada en su conversación y su copa que en la lírica, es que no estuvo prestando suficiente atención. Finalizó con un excelente ‘Where Will You Go’ y tuve que marcharme casi sujetando las lágrimas, porque terminaba el directo de un excelente músico para empezar con, bueno, en fin… The Vaccines. Y allí estaba de nuevo, en el escenario grande todavía con el corazón encogido cuando empezó a sonar la introducción de Juego de Tronos. Bravísima manera de ganarse a un escenario entero, de eso no hay duda. Lástima que el ánimo decayese en picado cuando empezaron a tocar. Después del chute de emociones que recibí durante tres horas, muy bien lo tenían que hacer los jóvenes basados en el fórmula hit para sorprenderme, y aún más después del decepcionante directo que viví en el Festival SOS 4.8. Debo admitir que esta vez sonaron más inspirados, aunque no del todo creativos. Su directo fue enérgico y levantó el ánimo a cientos de fans y asistentes que esperaban ansiosos por cantar a pleno pulmón sus primeros hits ‘Teenage Icon’ y ‘Handsome’. Seguidamente, tocaron ‘Ghost Town’, la que es para mi su mejor canción, y todavía así sonó abrupta y poco inspirada. El show continuó, tocando temas variopintos, en especial de su primer y exitoso disco «What Did You Expect From The Vaccines?» (2011), una pregunta retórica espero. ‘Blow it Up’ y ‘Post Break-Up Sex’ me dieron el toque de que sus hits populares estaban ya por acabar. Mis rodillas y gemelos lo agradecieron. El concierto iba volviéndose repetitivo y aburrido, algunos ya miraban la hora y bostezaban (yo). Por mi parte ansiaba el final con imperiosas ganas. ¡Y llegó por fin! tras casi una hora y media, sonó ‘If You Wanna’, cuando a Justin Young no le quedaban más gestos y posturas ridículas por repetir. ‘Nørgaard’ como postre, gracias y buenas noches.
Y allí plantado como un pino esperé a que llegara el cabeza de cartel de la noche, vieja gloria y banda sonora de mis años adolescentes. Cage the Elephant por fin aterrizó en el escenario grande de Paredes de Coura. ‘Cry Baby’ abrió el espectáculo, la siguió la rompedora ‘In One Ear’, y el ya hito ‘Spiderhed’. Siguieron más temas de su último trabajo, algo desconocido para mí, pero suficientemente estimulante: ‘Too Late to Say Goodbye’, ‘Cold Cold Cold’, ‘Trouble’, hasta que llego la crema de la generación que se arrancaba las espinillas con el llamado ‘garage rock revival’: ‘Ain’t No Rest for the Wicked’. El cantante no desperdició ni un segundo y se paseó de un lado al otro sin parar a respirar, concentrado en su propia voz y sus letras. El guitarrista, por otro lado, acaparó toda la atención del público y no dudó en bajar dos o tres veces para dejarse manosear y sobar en las primeras filas, interactuando con sus fans e incluso lanzándose encima del público con la guitarra todavía enchufada.

El espectáculo siguió con intensidad, aunque habría agradecido un poco más de volumen. A pesar de estar suficiente cerca y pegado al técnico de sonido, eché de menos una buena pitada de orejas al terminar la función. Resentido en mis autodestructivos deseos de quedarme sordo, volví a animarme cuando sonó ‘Back Against the Wall’, seguida de una emocionante ‘Come a Little Closer’ vitoreada por todo el público, así como ‘Cigarrette Daydreams’ y la perfecta, impoluta y excelente ‘Shake Me Down’, himno ‘dosmilero’, espléndido para cerrar un concierto por todo lo alto. Volví al camping para descansar y aguantar el cuarto día. A la lejanía, sonaba un torpe y poco hábil pinchadiscos. Eran The Vaccines, cerrando la noche con un Dj Set. No sé, al menos lo intentan. Lo importante es participar.
Tristemente, llegó el último día y con ello la fatiga, la pena y la cartera plagada de telarañas. Pasé la tarde en el Centro Cultural chupando unos últimos megas de WiFi hasta que volví al camping para descansar la mente un rato más. Amenicé una calurosa tarde de agosto gracias a Gileno Santana & Tuniko Goulart, quienes dieron un espectáculo de Free Jazz con trompeta y guitarra frente a cientos de festivaleros que descansaban en la verde colina junto al río. Decidí entrar pronto, cuando Capitão Fausto, un grupo portugués del que se hablaba bastante bien por el camping, estaba comenzando su directo. Allí descubrí con detenimiento la maravillosa sala de prensa y su palco para ver los conciertos a distancia pero con una maravillosa acústica y vista panorámica. Ahí me quedé viendo como terminaban los portugueses, quienes consiguieron reunir a un buen número de asistentes fanáticos, para trasladarme después al escenario Vodafone.FM para ver a Motorama, un directo potente de post-punk bastante decente -aunque tampoco demasiado impresionante- y que al finalizar, dio lugar a The Tallest Man On Earth, una apuesta arriesgada al ser un folk pasivo y muy pero que muy tranquilo. Melodías simples y voz pasional, no fue el espectáculo más vivo o entretenido, pero Kristian Matsson dio a más de uno alguna lección sobre cómo escuchar un concierto respetuosamente y en silencio, sin aplausos ni desafinados coros. ‘King of Spain’ o ‘Dark Bird is Home’ sonaron hacia el final, y si todavía seguías despierto, lograbas fijarte en que el talento no siempre reside en hacer bailar a tus espectadores sino en su nivel de atención y concentración que llegan a poner si les estás gustando. Por mi parte, allí pude escuhcar música de la de verdad, sin llegar a emocionarme del todo. Por otra parte, su altura me decepcionó ¿El hombre más alto del mundo? Publicidad engañosa absoluta, ese tipo no llegaba al metro ochenta.

Desde mi zona de perspectiva y rellenándome de algún picoteo y bebidas frías, pude ver con claridad a Portugal. The Man. Empezó con ‘Hip-Hop Kids’ de su grandioso último LP «Evil Friends» (2013) seguido de ‘Atomic Man’. Todo continuó sobre ruedas, con bonitos visuales de fondo (¡ya era hora!) y emotivos momentos, como su cover de ‘Don’t Look Back in Anger’, los poderosos ritmos de ‘Evil Friends’ o ‘Modern Jesus’, un explosivo momento instrumental con el pesado estribillo de ‘I Want You’ de los mismísimos Beatles, y un final fiestero gracias a ‘Purple, Yellow, Red and Blue’.
El último concierto que sonó en el Palco Vodafone fue el de los cabezas de cartel CHVRCHES. Todavía no había tenido la paciencia de escuchar con detenimiento a la banda de Lauren Mayberry por lo que fui con expectativas algo bajas y me alegré mucho de cómo sonó el terceto, sobretodo a la segunda mitad de concierto. Las melodías pop y esa voz que parece la reencarnación de Celine Dion, se entremezclaban entre sintetizadores y bajos un poco más oscuros. Fue entretenido, agradable e incluso al terminar, deseé que hubiese durado un poquito más. Finiquité la noche en el After Hours bailando hasta que aguantó el cuerpo con el DJ Set de Matias Aguayo, popular pinchadiscos de techno y house que llegó desde Alemania para dar caña hasta altas horas de la madrugada.

Llegó el día de la despedida. Tragué un último halo de aire fresco y escupí un bicho. Iba a echar de menos esa apacible villa y el embarrado camping, el hedor de los baños, los bruscos cambios de clima… El sabor a Portugal. Me apunto con pluma afilada en mi propia carne: No olvides el chubasquero. Tampoco las chanclas, que pareces novato. Hasta la próxima Vodafone Paredes de Coura, te llevas un cachito de amor de un mallorquín satisfecho.