En la década de los 60 y los 70 era habitual encontrarse al artista que, guitarra en mano, se recorría el país americano haciendo pública su indignación con el mundo. Desde Joan Báez hasta Bob Dylan, no todos los momentos que vivían en estas décadas resultaba confusa entre droga y desinhibición sexual, sino que había instantes en los que se replanteaban la existencia y el carácter de la sociedad o la verosimilitud de los dirigentes que gobernaban. Las acústicas se sustituyeron por la energía de las eléctricas y aparecían los Sex Pistols a final de los 70 y pavimentaban el camino del punk y la crítica que tanto caracterizó su breve trayectoria. Si nos centramos en la actualidad, la canción protesta ha adquirido un carácter más amigable, melódicamente, para la sociedad que hoy habitan nuestras tierras. Las letras se camuflan entre melodías que despuntan por el pop, y es que para hacerte escuchar tiene que gustar tu sonido, y eso lo saben grupos como Mucho si nombramos un exponente nacional. Ahora hay uno que está dando que hablar la última semana: Father John Misty.
¿Qué quiero decir con esto? Que las tornas han cambiado. Si bien cuando se empezó a abrir el mundo musical para los sintetizadores estos se encargaban de poner melodías a temas de pop piruleta y la guitarra, honesta y sincera, seguía ahí rasgando acordes que acompañaban a letras complicadas, ahora es al revés. La vena más acústica de la sociedad ha quedado relegada a un aspecto más folk, a lo que escuchas en viajes de carretera, sin mayor pretensión. Father John Misty tiene algo de esa influencia melódica. Temas que en su carácter más desnudo suenan maravillosos, pero que en su versión de estudio tienen un cuerpo apabullante, incluyendo secciones de cuerda y algo de electrónica, los elementos fundamentales del “I Love You Honeybear”, laureado como uno de los mejores álbumes de 2015, junto a una lírica que juega con el romanticismo, la ironía y la crítica.
Hace poco más de una semana, Joshua Tillman, quien se esconde detrás del personaje de Father John Misty, fue noticia y ha causado un importante revuelo a raíz y ha generado división de tensiones. El resumen, sin profundizar demasiado, es que llegó al escenario de un festival y en lugar de tocar da una charla al público, improvisa con la guitarra una versión de Leonard Cohen y se va a treinta minutos de acabar el concierto. Podéis leer toda la información en el siguiente enlace. Cabría pensar que el ex-Fleet Foxes sufrió una pájara que le hizo actuar de tal manera impidiendo al público disfrutar de un set de Father John Misty, ¿no?
Clamemos su nombre en alto en aras de la indignación más intensa, pero antes dejadme contar toda la historia. No seré yo el que justifique su actitud, pero la cuestión es que subió al escenario con rabia por lo acontecido recientemente en la carrera presidencial americana. Esto le hizo sacar una interesante vena reivindicativa en la que puso de manifiesto el carácter nihilista de la sociedad, pero sobre todo de la industria del entretenimiento, la cual, dijo el artista, no servía más que para atontar a las masas.
Una industria estúpida para entretener a gente estúpida, en eso se basó el discurso de Joshua Tillman.
El debate apareció, pero no porque criticara a una entidad que es la que le da de comer, o por haber hablado más de la cuenta -al día siguiente comentó que le ofrecieron $250.000 por hacer una versión de los Backstreet Boys para un anuncio de la cadena de comida rápida Chipotle-. La crítica vino, irónicamente, porque no cantó sus canciones. Porque se prometió una actuación de Father John Misty y lo que tuvo ese público fue a un sincero Josh Tillman abriéndose en canal y hablando de lo que el entretenimiento quiere ocultar.
Un comentario de otro cantante fue preguntarse por qué, si quiere dar discursos así, hace una “gira” que sea solamente él hablando de los problemas que considere oportunos. Ahora mismo estamos sumergidos en una sociedad en la que la honestidad y la crítica social apenas tienen cabida en la música; menos aún en el género por el que se mueve Father John Misty. ¿Habría que recuperar las voces clásicas de la indignación y la reivindicación, guitarra en mano, para que haya esa sinceridad a nivel melódico y lírico?
La música va a seguir perteneciendo a ese panorama tan edulcorado cuyo único objetivo es entretener y atontar. Pero si mostrara lo que realmente se esconde detrás, ¿seguiríamos consumiéndola igual?
Hacen falta más figuras como Father John Misty, y eso es lo único que saco claro de todo el lío en el que se metió este hombre por ser sincero. Personas sin pelos en la lengua que no tengan temor a hablar de la realidad. Personas que estén dispuestas a aceptar los contras de sus declaraciones. Lo único que demostró el público que se quejó fue una ignorancia total y una dejadez extrema: te dicen que el entretenimiento y los artistas te crean una suerte de placebo para que te atontes y estés contento, pero aún así prefieres quejarte del mensajero sincero y reclamar tu droga absurda. A pesar de que Josh Tillman no aceptó el dinero de esa actuación, las críticas han seguido lloviendo por todas partes.
Pero no está solo, y los elogios no han sido pocos por suerte. Me quiero sumar a este colectivo que aclama la actuación del artista americano. El público presenció algo único. Un concierto de Father John Misty -y encima en Estados Unidos, donde parece estar eternamente de gira- lo podrás volver en cualquier otro momento, pero un discurso como el suyo, dudo que se vuelva a repetir la ocasión.
La industria del entretenimiento es una farsa, el objetivo es apartarnos de los problemas mayores. Así que toca prestar atención a las voces que se dignan a alzarse en este panorama e intentan romper con lo establecido. Antes con acústicas, luego con eléctricas, después con sintetizadores y ahora Father John Misty con un look de mesías y construcciones melódicas repletas de matices es el encargado de abrir la nueva ola de artistas reivindicativos de estilo ecléctico.
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