Son las 20:00 y en la cola empiezan a impacientarse. Que abran ya, joder.
«¿Y quién toca hoy aquí?» – preguntan algunos.
«¿Y esos de La M.O.D.A qué tocan? ¿rock? ¿pop? ¿ska?«, quién lo sabe, son una maravillosa orquesta que hacen canciones, según dicen ellos, porque necesitan expresarse, y les encanta que en cuanto las saquen al mundo dejen de ser suyas para ser de todos aquellos que sienten algo al escucharlas.
El sexteto de Burgos formado por David Ruíz (voz y guitarra), Joselito Maravillas (acordeón), Adán Ruíz (guitarra y mandolina), El Maravilloso Caleb (batería), Wonder Juan Mariscal (bajista) y Alvar de Pablo (saxofón) disfrutó este pasado sábado de su Sold Out en La Riviera como un grupo de niños felices que tienen toda la vida por delante, y lo saben.
Pero primero vinieron los True Mountains a calentar el escenario. Hay que decir que los de Coruña hicieron sobradamente bien la noble tarea de animar a un público que, por otra parte, ya estaba bastante por la labor de ser animado. Los más fans coreaban las canciones y al resto que no se las sabía les daba bastante igual porque bueno, siempre se puede bailar. Su momento álgido lo tuvieron con su tema bandera, ‘Fuck Television’, con el que desataron a la gente que ya se preparaba para la fiesta que venía después.
Y por fin salieron las estrellas, entre bombillas colgadas del fondo del escenario y uniformados con sus camisetas de tirantes blancas que ya son un emblema. Unos quince minutos de retraso con respecto a la hora programada pero bueno, digamos que casi puntuales.
Perder la voz cantando una canción es la mejor medicación.
Tocan ‘Suelo Gris‘ y la gente no se puede estar quieta, parece que ya están en el límite pero luego llega ‘¿Quién nos va a salvar?‘ y vuelven a superarse. El público, digo. Ellos ya se llevan superando en cada canción nueva que tocan. ¿Pero de dónde sacan toda esa fuerza?
La verdad es que siendo seis más otros tantos de banda, es de esperar que sus directos tengan bastante fuerza, y en las tres primeras canciones todo va bien, pero la cosa sorprende conforme avanza el concierto porque no bajan ni un segundo el nivel.
Hay gente bailando hasta en las baladas.
Llega la versión de ‘Ojalá‘ del gran Silvio Rodríguez y todos vibran de emoción. Probablemente gran parte del joven público que están esa noche viendo a los de Burgos, no hayan escuchado nunca más de dos canciones del cantautor, y quizás la gran obra de La M.O.D.A. con esa versión sea acercar un poquito esos otros estilos a sus seguidores.
‘1932’, ‘Hijos de Johnny Cash’, y otras muchas más del repertorio (nada escaso) que han ido creando en estos cinco años de vida que tiene el grupo.
David aprieta los dientes al cantar porque quiere, casi desesperadamente, que el público entienda todo lo que tiene que contarles. Y parece que esa formula le funciona bastante bien, porque todos los asistentes se desgañitan por seguirle.
Su sonrisa tímida mezclada con las ganas terribles de estar haciendo lo que más le gusta en el mundo se combinan con sus agradecimientos continuos.
No faltaron momentos sentimentales para recordar la primera vez que pisaron Madrid, y hacer alusión a los que estuvieron allí que también estaban presentes en la Riviera celebrando, que, al final, lo han conseguido. Y que no va a ser el último, dice David. Muchos más conciertos en Madrid, muchos años más.
Y así se pasó la hora y media entre saltos, algún que otro pogo (con sus correspondientes derrames de cerveza), olor a marihuana, dos bises de regalo, y gente que se subía a los hombros de su amigo-amiga-novia-novio y que se bajaban en cuanto el de seguridad los señalaba vilmente con la mano.
Franqueza. Si hay algo que caracteriza a la orquesta burgalesa es su sinceridad, se nota en sus entrevistas, en sus canciones, y se sintió en cada una de sus palabras durante el directo. Y mucha fuerza, no paran quietos
¿Que quién nos va a salvar? Podríamos decir, por qué no, que el sábado fue La Maravillosa Orquesta del Alcohol.