El Free Art Festival es siempre un triunfo asegurado cuando se celebra durante los días de verano en Mallorca con ese ambiente cálido y mediterráneo, plagado de conciertos y música pegadiza, foodtrucks, mercadillo vintage, tiendas, exposiciones de arte y todo lo que te puedas imaginar.
Ahora, cuando el frío aprieta y la gente se resguarda en sus casas junto a cientos de cleenex usados los más aventureros decidimos repetir la experiencia en un ambiente distinto pero igualmente ilusionados. Como suele ser común, La Red Club fue el local elegido para trasladar este festival ya sea por su creciente popularidad como por su perfecta calidad de sonido y ambiente.
Entré en el local unos minutos antes de que Lili’s House se presentasen para disfrutar de la exposición y echar un ojo al mercadillo que habían montado. Como tampoco había mucho que ver en seguida me acerqué a las primeras filas dónde ya calentaba el dueto mallorquín.
Lili’s House resultaron ser una apuesta refrescante, veraniega y simpática aportando un aroma mediterráneo a la sala durante toda su actuación. La conexión entre sus dos integrantes principales, Lia y Guillermo, era tan fuerte que prácticamente podía palparse. Lia, con su voz tan dulce como las harmonías de su ukelele, me recordaba a ratos a la melancolía de Russian Red. Por suerte, la relajante guitarra de Guillermo daba estabilidad y apoyo emocional al conjunto y se hacía imposible imaginarte la música de uno sin el otro. A todo esto, les acompañaba una banda que no destacó por encima de los dos protagonistas y se mantuvo todo el rato como un tímido acompañamiento.
Después de los sonidos suaves y magnéticos de Lili’s House que recordaban al sol, mar y viento llegaron Charly Taylor, mucho más eléctricos y veloces, para mostrar su estilo indie-rock con tintes de pop y sintetizadores con ecos a Phoenix y otras bandas del mismo estilo indietrónico. Sonaron bien, aunque me habría gustado que llegasen todos al nivel del batería, quien realmente me dejó muy impresionado, el tío derrochó muchísimo talento y energía.
Aunque empezaron bastante tarde (cerca de las 3 AM), lo bueno se hizo esperar. Fizzy Soup llegaron a La Red cuando la mayoría del público se había retirado pero eso no impidió que los más locos invadiesen la primera fila y animasen sin descanso durante todo el concierto.
La banda se presentó con unos largos minutos instrumentales mezclando percusión con teclado y creando una atmósfera oscura, potente y vibrante con su primer tema ‘Electric Wood’. El resto del concierto siguió igual de eléctrico y potente mezclando a dos voces algo aparentemente imposible: melodías suaves de soul femenino con potentes y violentos golpes de voz masculinos. Sonaron algunos temas de su trabajo largo publicado en 2014 «Wood Room» con total coherencia y estilo e incluso nos presentar su canción y single ‘The Big Black Wolf’ como su gran hit, y la verdad es que no nos engañaron: sonó potente, retumbaron los bajos e incluso la sala y nos dejó a todo el público de piedra. Tristemente llegaba la despedida pero antes nos enseñaron su reciente single ‘FAR’ (2016), un temazo de categoría, y aun les quedaron fuerzas para una última canción final de regalo, ‘Mamma Tells Me’.
La noche acabó con la DJ madrileña Josephine DJ pinchando canciones míticas increíblemente remezcladas y animando La Red Club hasta el amanecer.
Por un precio de risa (5 euritos) el pasado viernes tuvimos un cartel repleto de talentos, una noche llena de música, diversión y arte. Se echó de menos más público y hasta más tarde ya que el local y la calidad musical valían la pena. Aún así, me hizo falta más espacio para más exposiciones y algo más en su mercadillo de ropa y vinilos. De momento esperaré a ver que se cuece para la próxima edición veraniega.