“Hoy es el día. A las 22:00 se abren puertas en El Sol y empieza todo. Department abrirán la noche y después trataremos de hacer que les contéis a los ausentes que se han perdido un conciertazo. ¡Hasta esta noche Madrid!”
Tal y como anunciaba Correos unas horas antes desde su página de Facebook su concierto en la famosa sala El Sol del 16 de enero, Department abrió la velada para los pocos asistentes presentes, poco más de cuarto de hora tras la apertura de puertas.
Una guitarra, un bajo, una batería y una voz cuyas indumentarias y estilos no parecían guardar relación alguna hicieron que cometiera la imprudencia de juzgarles demasiado rápido. Department podría definirse como una banda de rock en inglés con leves tintes poperos que se advierten en forma de tímidas bases lanzadas por el propio baterista. A reseñar: sus segundas voces muy logradas, sus guitarras adornadas con un arsenal enorme de efectos y su sencillo bajo distorsionado muy al estilo del virtuoso Christopher Wolstenholme (Muse).
Cabe destacar lo bien que se desenvolvió el baterista cuando hubo un corte de luz en la sala en mitad de la interpretación de uno de sus temas: siguió aporreando su batería, haciendo que la tímida multitud le vitoreara al tiempo que hacía solos con su instrumento: ¡Olé!
No hay duda de que Department tienen potencial a pesar de tener, a mi parecer, un handicap muy grande: bandas de rock que canten en inglés hay muchas, ¡muchísimas! Mucho se lo tienen que trabajar estos chicos para hacerse un hueco en la música a pesar de tener gran habilidad sobre el escenario.
Tras la actuación de los teloneros y la correspondiente preparación del escenario, Correos sale para deleitarnos con su power-pop en forma de power-trío. ¿No eran cuatro? Pues no, sólo tres y una base de fondo.
La timidez la dejan atrás: a Fermín le sobra desparpajo. Desde el primer minuto y hasta el final del concierto anima repetidamente al público con su grito “¡Vamos!”. Comienzan con fuerza: muchos decibelios, distorsión en guitarra y bajo, golpes acelerados de batería por parte de las muñecas de Asier, y bailes y saltos rockeros que se repiten a lo largo de todo el concierto.
La mayoría del tiempo el peso melódico de las canciones las lleva el bajo (Luis) por falta quizás de una segunda guitarra rítmica. El trabajo de Fermín, se complica, teniendo que compaginar tanto acordes como riffs, siendo estos últimos los que dan personalidad a las canciones de la formación donostiarra. ¿Esto no era power-pop? Porque en directo parece más bien rock. Y si no, que se lo pregunten a la Fender Stratocaster enchufada a un amplificador también Fender (Twin Reverb, si no me falla la vista) del guitarrista.
Saben conectar con el público y hacerlo bailar, que se viene arriba una vez suena uno de sus temas más simbólicos: ‘Rubicón’, que terminan con simples acordes de guitarra haciendo que la gente cante el estribillo y que hacen que los componentes dibujen sonrisas de pura felicidad. Fermín sigue con sus “¡Vamos!” animando a un público cada vez más entregado que acompaña al grupo en los estribillos y se nutre de su enérgico directo. Tanto él como Luis desprenden tanta energía positiva a lo largo de la actuación que casi me hacen olvidar los acoples que se generan en la sala cuando se llegaba a un cierto volumen, así como la falta de un tema tan característico como ‘Incendiario‘: no creo que fuera una decisión acertada.
Quizás eché en falta más presencia de la guitarra que a veces tenía que intuir por quedar enmascarada por el sonido atronador del bajo con la distorsión activada. No obstante esto no pareció importarle al público, que cada vez se animaba más, llegando incluso a formar un pogo casi infantil cuando sonó ‘Snob’.
Las canciones de Correos tienen algo que te hace mover las caderas. No es fácil meterse en el bolsillo a un público que es cada vez más exigente dada la gran cantidad de excelentes grupos en la escena indie española, pero Correos tiene la habilidad de hacerlo con sus acordes y riffs pegadizos, su juego baterístico de Charles para soltarse la melena y su bajista bailongo que transmite tan buenas vibraciones a través de sus pesadas frecuencias.
“Nosotros somos Correos y vosotros los putos amos”.