Recuerdo cuando que escribí la previa del Surfing the Lérez comenté que me parecía temerario programar un festival al aire libre en Galicia el último fin de semana de septiembre (más aun cuando el mismo festival se aplazaba en junio por causas meteorológicas). Cuando me asomé la mañana del sábado a la ventana me reafirmé en mi idea y es que una densa lluvia cubría la Ría de Vigo. La verdad es que las previsiones no eran demasiado halagüeñas, aun así decidimos cruzar la ría para acercarnos a Pontevedra y asistir a la quinta edición del Surfing the Lérez.
Pero al llegar a Pontevedra descubrimos que la Illa das Esculturas era el último reducto del verano y así que disfrutando del buen tiempo nos dirigimos al primero de los 13 conciertos que estaban programados para esta quinta edición por cierto ¿ya os había comentado que el Surfing the Lérez es un festival de acceso libre y gratuito? Así el ambiente del Surfing the Leréz es totalmente diferente al del resto de los festivales y ese carácter festivo lo impregna todo: los prados (o pseudo-prados) donde se celebra se llenen de familias que despliegan sus toallas para tomar los últimos rayos de sol del verano, niños que gatean entre músicos, melómanos y curiosos, exhibiciones que quidditch y música, mucha música.
Los primeros en subir al escenario, bajo un sol de justicia, fueron los pontevedreses The Grave Dolls quienes llenaron de rock y psicodelia los primeros momentos del Surfing the Lérez en el escenario Broker’s; The Grave Dolls pueden gustar más o menos pero en ningún momento se les pudo recriminar falta de actitud o de entrega y eso, que al abrir el festival (12.15 h) la asistencia de público no era demasiada pero no importó la banda de Luis Otero disfrutó e hizo disfrutar a los allí presentes.
Tras ellos fue el momento de conocer el escenario SON EG y lo hacíamos de la mano de los también pontevedreses Gold&Colt. Recuerdo el tweet que escribí tras su actuación en el que me declaraba muy fan de este grupo quienes en un primer momento me recordaron a Arizona Baby y las sensaciones que los vallisoletanos me transmitieron la primera vez que los vi pero con el paso de los temas descubrí que Gold&Colt no necesitan comparación con nadie ya que ellos mismos se definen, sí, suenan a desierto como los Arizona, sí, suenan a sucio como Johnny Cash pero son mucho más que eso: son bluegrass, son country, son «canciones alegres para mañanas alegres y días tristes«, son… la mayor sorpresa de este Surfing the Lerez.
De nuevo tocaba atravesar el río Lérez para como si de un partido de tenis se tratase regresar al escenario Broker’s que esta vez era tomado por Los Pontiaks, un trío enmascarado que continuó la mañana a ritmo surf; poco a poco los jardines del Surfing the Lérez comenzaban a estar más concurrido y es que uno de los primeros espadas estaba a punto de subir al escenario: ellos eran Sugar Mountain, mítica banda de Pontevedra que se reunía para una actuación especial que a leguas se notaba emocionante para los allí presentes. Sugar Mountain se definían a si mismos como la banda tributo a Sugar Mountain y recordaban a los miembros de la banda que por diversos motivos no estaban presentes en el concierto, un concierto especial en un día también especial.
La actividad del Surfing the Lérez es frenética, un no-parar, por eso decidimos visitar la carpa de comida en los minutos finales de la actuación de los pontevedreses y así poder asistir al concierto completo de los míticos Los Motores.
Mientras nos acercábamos al escenario Broker’s los comentarios que escuchaba entre la chavalada me hacían sonreír: «¿pero son esos señores?«, «ay, les va a dar un infarto del calor«, «¿en serio?«… poco podían imaginar lo que iba a suceder minutos después cuando esos cinco «señores» hacían sonar sus instrumentos consiguiendo despertar de la siesta a Pontevedra porque sí, Los Motores podrían ser nuestros padres pero parece que por ellos no pasan los años: eléctricos, potentes, una bofetada de hard rock… demuestran que siguen en forma y que tienen cuerda para rato. Actualmente Los Motores se encuentran trabajando en lo que será su próximo trabajo que posiblemente, como nos contaba algún miembro de la banda, verá la luz a final de año.
Llegado este momento pedimos al respetable una ovación para quien programó el Surfing the Lérez y es que tras Los Motores fue el momento de Furious Monkey House ¿Qué quienes son? Furious Monkey House son Irene, Carlota, Mariña, Manu y un Mono Furioso, todo normal salvo quizás el mono furioso o porque sus integrantes tienen entre los 9 y los 11 años. Sí, sí, unos niños de 10 años que han grabado su álbum debut en los londinenses estudios Abbey Road y que primer te dejan KO por su presentación pero que una vez que reaccionas te volverán a golpear como lo hizo aquel «Mellon Collie and the Infinite Sadness«… ¿un comentario pretencioso? Quizás pero se lo merecen y no nos equivoquemos fue el concierto con mayor afluencia hasta aquel momento.
Tras Furious Monkey House fue turno de uno de los considerados cabezas de cartel: los madrileños Pasajero ¿qué decir que no se haya ya dicho de ellos? Quizás Pasajero pueda considerarse uno de los grupos revelación de este 2015 gracias a su segundo trabajo «Parque de Atracciones» con el que se han ganado el favor de la crítica y el público. Ni que decir tiene que hicieron las delicias del numeroso público allí convocado, un público que recita sus letras de principio a fin, que hacen propios temas como ‘Intocables‘, ‘Gente Subterránea‘ o ‘Autoconversación‘. Y es que como ellos mismos reconocen: jugar en Galicia, es jugar en casa.
Pasajero dio paso a uno de los conciertos que mayor interés suscitaba entre los allí presentes: Julián Maeso que se hacia acompañar por tres estupendos músicos para presentar su último trabajo «One Way Ticket To Saturn«.
Un concierto que no estuvo a la altura del talento que Maeso atesora y donde los fallos técnicos fueron constantes: problemas con su ampli, problemas con la guitarra… un concierto que terminó de la manera más abrupta posible cuando Maeso enfadado decidió lanzar su piano al suelo y abandonar el escenario dejándonos impresionados ya no solo por su talento y propuesta si no por su mala leche.
Con Killer Barbies revivimos nuestra niñez (o juventud, dependiendo de los años que nuestro DNI diga que tenemos). Killer Barbies nunca fallan: correctos musicalmente, una actitud punk de la vieja escuela y una Silvia Superstar que sigue siendo el objetivo de todas las miradas. Tras Killer Barbies llegaba el plato estrella de la noche a juzgar por la cantidad de público que se encontraba en Illa das Esculturas: Ángel Stanich.
Gritos, empujones, más gritos… parece que Ángel Stanich ya a accedido a esa liga donde juegan tan solo unos poco elegidos. Más allá del histrionismo de sus fans hay que reconocer que el concierto del vallisoletano (y su banda) estuvo mucho más que correcto, cierto es que tan solo con que el Stanich hubiese salido al escenario más de uno y una hubiese vuelto en una nube a su casa pero no solo fue eso: Stanich sale solo al escenario y minutos más tarde su banda le arropa dando un empaque brutal a la propuesta de Ángel.
Se notan los bolos, las tablas y las ganas de divertir y divertirse. Me gustaría reseñar el concierto que se marcó el señor Víctor L. Pescador, quien acompaña a la guitarra a Ángel Stanich, L. Pescador dio una lección de como tratar a una telecaster para lograr de ella sonidos impresionantes. Sin duda, un secundario de lujo.
Acabado el concierto de Ángel Stanich comenzaban a sonar los primeros acordes al otro lado del río: eran Delorentos quienes llegaban a Pontevedra en su segunda parada en esta gira española que están llevando a cabo (la noche anterior los de Dublin habían tocado en Lanzarote). Delorentos sorprendieron presentándose en castellano e intentando interactuar con el público desde el primer tema; es cierto que su castellano no será un ejemplo a seguir pero sin duda lo intentan y así generan una complicidad con el público que no abandonan en ningún momento del concierto. Musicalmente son una banda muy compacta, sin fisuras y más que correctos, una banda que hizo botar a los allí presentes que muy posiblemente ni los conociesen antes de este concierto, que sin duda, ha sido una gran carta de presentación.
Y por última vez visitamos el escenario SON EG para asistir al concierto de Arizona Baby. Parece que la banda de El Meister está abonada a tocar por estas tierras cosa que le agradecemos. No vamos a hablar de la actitud del trío castellano porque no rebelaríamos nada que no se sepa ya, pidieron bajar las luces o incluso apagarlas desde el primer tema ya que, como la organización, Arizona Baby considera este Surfing the Lérez como una romería en la que nadie debe estar por encima de nadie, saltamos, cantaron, cantamos y El Meister, como maestro de ceremonias, nos invitó a mirar a nuestro alrededor musical, a las bandas que tocan cerca de nuestra casa más allá de su nombre o su éxito, así que de nuevo algunos de los allí presentes recordamos a Gold&Colt y nos prometimos a nosotros mismos asistir a alguno de sus concierto más pronto que lejos.
El broche final llegaba con A Banda do Terror cuando la niebla se cernía en Pontevedra y se convertía en el acompañante perfecto de estos vampiros llegados de Pontevedra pero con familia en Transilvania. Poco a poco la gente fue abandonando el lugar y es que la quinta edición del Surfing the Lérez llegaba a su fin.
El Surfing the Lérez es una romería, son 12 horas de música, son 3 toneladas de comida no perecedera o lo que son lo mismo 14 furgones de comida no perecedera destinada a diversas ONGs, Surfing the Lérez es un día de fiesta pero sobre todo una experiencia única e ineludible para todo aquel que le guste disfrutar de la vida.
¡Larga vida al Surfing the Lérez, sed felices cocodrilos!