diciembre 14, 2024

Exceso de ego de Pizzolatto

Amigos del circo hipsterico, os advertimos que la entrada que a continuación os disponéis a leer contiene spoilers de la segunda temporada de True Detective, así que si continuáis leyendo lo hacéis bajo vuestra responsabilidad.

Mucha expectación generaba la segunda temporada de True Detective, después del contundente éxito de la primera. Cuando consigues crear algo tan brillante quizás sea irrepetible. Eso sólo sucede en el mundo de los sueños. El director no se conformó con una mini serie. Quiso ir más allá y seducirnos con una segunda historia.

El protagonismo ha quedado más difuso. En la primera temporada Rust y Hart llevaban por completo el peso del guión y de la trama, ahora, por el contrario, se lo reparten entre tres detectives y un mafioso, a cual de ellos más desequilibrado. Todos están pasados de gris. En la primera temporada al menos el destino de los personajes no fue tan dramático y siniestro. Ahora ni un ápice de esperanza para ninguno de ellos.

La historia es demasiado compleja, con multitud de ramificaciones, aunque el argumento es conocido para todos. Unos detectives a los que van tendiendo trampas desde que comienzan a investigar el caso, lo que se torna en una tarea cuasi imposible cuando descubren que están ante montañas de basura, corrupción urbanística, trata de blancas, etc. Os suena, ¿no?. Y la guinda del pastel, grabaciones de poderosos con prostitutas que se convierten en la llave para el chantaje entre los involucrados.

La serie tiene dos partes claramente diferenciadas. Los tres primeros capítulos podrían resumirse en uno. Falta intensidad, emoción y acción. A partir del tercero todos los capítulos tiene momentos dramáticos impactantes e inquietantes. La trama empieza a complicarse, a veces en exceso, hasta perderse entre los continuos nombres que se van sumando a una lista casi inalcanzable. La sensación conforme avanzan los capítulos es que han dejado prácticamente la trama al completo para la segunda mitad de la serie. No me extraña que Tarantino dijera que dejó de verla en el primer capítulo. En opinión, la temporada gana en los últimos capítulos hasta convertirse en aceptable.

frank y velcoroHay algo que me atrae especialmente de esta temporada y no son ni sus diálogos, ni la trama, son sus silencios. No pueden ser más elocuentes. Si tuviera que elegir una escena sin duda sería ese cruce de miradas en silencio entre Velcoro y Bezzerides en una casa perdida en mitad de la nada donde surgió el amor. Es el mayor éxito de la temporada, tiene la virtud de mantenerte inquieto y expectante mientras los actores enmudecen.

Por encima de todos destaca sutilmente, Colin Pharrel. Es el único que convence con su interpretación. No obstante, se intuye el intento de paralelismo con Rush Colhe, pero no está a la altura. Son dos perdedores con perfiles muy dispares. Rush es un filósofo existencialista. Un loco de lucidez. Sus frases elocuentes e inteligentes, te pueden rondar por la cabeza a lo largo de días. Su tremenda cordura y el conocimiento posee sobre sí mismo consigue que vuelvas a creer en el género humano. Puede parecer una contradicción; un ser deprimido, avocado al suicidio, repleto de vicios, destructivo, que prefiere perderse dejando todo atrás cuando a su alrededor huele a podrido.

Por el contrario, Velcoro es un superviviente víctima de sí mismo y de la mala fortuna que le obliga a luchar contra todo lo que le rodea: traiciones, corrupción, violaciones, drogas. En definitiva, un mundo oscuro y sin piedad del que no logra escapar. Sin embargo, posee ese lado tierno y sensible que no se encuentra en ninguno de los otros protagonistas. Acumula un sin fin de errores, pero no se rinde en su constante lucha por conseguir su objetivo fundamental, el amor de su hijo.

velcoro y su hijo

Junto a él, entre tanta lobreguez, un personaje femenino de la serie que probablemente haya pasado inadvertido para casi todos, pero su leve presencia no obsta para restarle dulzura. Es la camarera de ese bar en el que se producen los encuentros entre los protagonistas, fundamentalmente entre Frank y Velcoro. Ese bar misterioso de carretera donde canta solitaria Lera Lynn con su melodía triste y esas letras desgarradoras. Ella tiene el rostro desfigurado, pero al mismo tiempo posee una belleza equilibrada. Espera y desea paciente la mirada de Velcoro que no llega como ella desearía. Sin duda es el personaje más tierno. Un amor verdadero, desinteresado y honesto que entre tanta tragedia y traiciones es como un soplo de aire puro.

Quizás Nic Pizzolatto después de haber pasado a la historia con la primera temporada debería haber seguido saboreando el triunfo y no cegarse de ambición.

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