abril 18, 2024

Los Planetas, reunión en la cumbre

El
viernes J derramó el zumo de su corazón sobre el escenario de la sala BUT.
Aforo completo y un público que va creciendo con los años, al que se suman las
nuevas generaciones. Era recurrente ver durante el concierto a gente luciendo
la camiseta de “Una semana en el motor de un autobús”: por fin vuelven Los
Planetas
, tras cinco años desde “Una ópera egipcia”.
Fue
precisamente con este disco con el que inauguraron el concierto. “Los poetas” y
“Virgen de la soledad”, casi quince minutos que pasaron entre el rock
instrumental de largo recorrido en el grupo y el canto aflamencado, que llega a
su máxima expresión en este álbum. Con “Señora de las alturas” se inició el
viaje, que discurrió entre los problemas con el micro de J, teniendo que volver
este constantemente a intercambiar palabras con el equipo técnico.
Una
travesía retrospectiva, que continuó con “Ya no me asomo a la reja”, dedicado a
la memoria de Enrique Morente. A este tema siguieron las habituales del
repertorio planetario, que hicieron las delicias de los allí presentes:
“Corrientes circulares en el tiempo”, “Santos que yo te pinté”, “Nunca me
entero de nada”, “Devuélveme la pasta”, “Reunión en la cumbre”, “Toxicosmos”,
con la que aún se nos viene el sabor del metal a la boca, y, presentando el
nuevo EP, “Duendecillo verde”, momento reivindicativo de la noche. “Pesadilla
en el parque de atracciones”, himno oficial del despecho, hizo hervir la sangre
de todos antes del bis.
El
regreso al escenario de Los Planetas resonó a golpe de la batería de Eric con
“Segundo premio”, al que siguieron sin pausa “Un buen día” y “Alegrías del
incendio”. Un final ya muy alejado de su comienzo flamenco, marcado por las
melodías rápidas y poperas. Explosión de colores entre las que desaparecieron del
escenario, para volver una última vez y tocar “Espíritu olímpico”, nuevo tema de la banda; y “David y Claudia”, que el
propio J catalogó como un “truco  de
magia” y con el que se despidió, logrando que no pensáramos en nadie nunca más (o al
menos durante unas horas).

 

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