La noche lluviosa pintaba tranquila. En la apertura de puertas, unos pocos espectadores entraban con timidez en la Sala Al-Andalus del Palacio de Congresos sevillano dentro del ciclo Fibes Suena. Nada hacía pensar que unos minutos más tarde, la puerta de entrada estaría a rebosar con gente de todas las edades, y el concierto de Ara Malikian retrasaría su comienzo para dar paso al público.
Una luz tenue brillaba cuando Ara Malikian entró en el escenario, seguido de Humberto Armas a la viola, ambos usando sus instrumentos como una guitarra, sin prejuicios ni encorsetamientos, introduciendo las primeras notas de «Backgammon». Las luces fueron descrubriendo poco a poco a su banda, que completa el segundo violinista Jorge Guillén, el violonchelista David Barona y Tania Abad al contrabajo, por último, los percusionistas, entre ellos el reconocido maestro de las tablas indias Nantha Kumar. El auditorio estalló en aplausos al finalizar el tema.
Entre pieza y pieza, Ara Malikian nos cuenta varias anécdotas de su vida, comenzando con la más curiosa, que viene a explicar su composición «Pisando flores». Resulta que al llegar a Alemania con la beca que le ofrecieron, una señora se le acercó al saber que era violinista y le comenzó a hacer preguntas. Él no entendía nada, pero siguiendo el consejo de su padre de responder con un abierto “Sí” a cualquier pregunta, eso respondió a la señora. Más tarde descubrió que le preguntaba si era judío, y se había ofrecido como violinista experto para la boda de su hija, cuando ni era judío ni tenía idea de bodas judías. Avergonzado, no sabía qué hacer, hasta que un vecino le aconsejó aprender el repertorio y hacerlo lo mejor que pudiese, y así lo hizo. Pasó cuatro años ganándose la vida como violinista en la comunidad judía, y así surgió este tema de inspiración hebrea.
Poco después, presenta una nueva canción, que nos dedica titulándola como «Rapsodia n.3 Sevillana». Nos refiere a continuación sus primeros años en Madrid, describiéndolos como una “lucha por salir del foso” de la Orquesta Sinfónica de Madrid, y nos ofrece una versión de «Danza Española» de Manuel de Falla. Nos explica también que «El Vals de Kairo» está dedicado a su primer hijo y nos lo describe como “una paranoia suya”, una preciosidad con un ritmo desconcertante que recuerda a muchas obras de violín, desde Beethoven a las bandas sonoras de Chaplin.
Presenta también varios temas fuera de programa, y no nos sorprende verlo saltar como un rockero al tocar música popular o Vivaldi. Bromista, cálido y energético, nos hace cómplices de su actuación y nos invaden las endorfinas que parecen salir directas de su violín y su arco desgarrado.
La apoteosis llega con el tema de Pulp Fiction, que se trata de música griega en su origen, una canción sobre una mujer egipcia a la que imita mientras toca. El público acompaña la actuación con palmas y gritos al ritmo de la música. Para el cierre, elige «Syriab» de Paco de Lucía, que finaliza con gran ovación.
Tras un par de temas de propina, el verdadero cierre llega con el «Aria» de Bach, entonado en la penumbra y que termina en el pasillo central rodeado de espectadores, y nos deja con la relajación que nos otorga esta mágnifica melodía para regresar a la noche de lluvia (¡la sensación era como salir de un spa!). En conjunto, la puesta en escena ha sido magnífica y la potencia de sus intérpretes única, destacando a Ara Malikian pero sin olvidar a su equipo. Sin duda nos ha dejado con un magnífico recuerdo y unas ganas impresionantes de conocer sus próximos proyectos.