Uno de los pilares y defensores a ultranza del cine europeo, un cineasta que lanza preguntas desde el lado más perverso y violento de la mente humana a través de sus películas. No la violencia con la que nos avasallan desde Hollywood, que sólo plantea preguntas simples para una respuesta inmediata. El cine de Michael Haneke trata en serio al espectador, sus preguntas posiblemente no tienen una respuesta concreta, de hecho su cine se cimenta en la capacidad de abstracción de cada persona para encontrar esa respuesta.
El director alemán ha trabajado en prácticamente en todo lo relacionado con la actuación y las artes visuales. Ha dirigido series de televisión, ha escrito y dirigido obras de teatro e incluso ha sido director de escenografía de obras operísticas. Pero como realmente nos gusta es cuando se pone a dirigir películas destinadas a la gran pantalla.
Podríamos recomendar cualquier película de su filmografía como la primera que hizo en 1989 «El Séptimo Continente», la multipremiada «Cache» (2005) o «Funny Games» tanto la original de 1997 como el remake que se hizo en Estados Unidos, aunque más que remake es una copia idéntica de la original dirigida también por el propio Haneke. Pero aquí vamos a comentar las tres películas que nos dejaron en un escalofrío perpetuo por su trasfondo y por su forma: «La Pianista» (2001), «La Cinta Blanca» (2009) y «Amor» (2012) con la que recibió el Oscar a mejor película de habla no inglesa.
Una película que no recomendaría a todo el mundo tanto por el tema que trata, por sus escenas duras y por la forma en sí en que está hecha es «La Pianista». Basada en la novela del mismo título de la austriaca Elfriede Jelinek, premio Nobel de literatura.
Describe la frustración de una pianista, una persona fría y encorsetada que da clase en un conservatorio y conoce a un joven al que da clases allí. Hasta aquí todo normal y convencional, pero nada de eso. Lejos de establecerse entre ellos una relación “normal”, lo que mantienen es una relación tormentosa de sexo y violencia (o de sexo violento) impuesta por ella en la cual el joven entra con tal de ser correspondido por la maestra.
Por un lado la relación de la protagonista con su madre, por otro lado la relación de ella con el joven aprendiz y finalmente diría también la relación de la profesora consigo misma, forman un triángulo llevado al límite en donde lo desagradable va de la mano de lo tormentoso.
«La cinta blanca» es la definición de Haneke. Esta película trata de la búsqueda y confirmación de la maldad en estado puro, de los brotes de lo que luego será la cantera de criminales más despiadados de la historia, los nazis.
En un pueblo tranquilo alemán antes de la Primera Guerra Mundial nada es lo que parece. Esta tranquilidad y normalidad se ve contradicha por una serie de mentiras, atrocidades y secretos a voces, cargas de profundidad invisibles pero cuyo mal oliente olor termina por traspasar los poros de la normalidad, para instalarse por siempre en la retina y en la memoria del espectador.
«Amor» nos dejó temblando. Debería de haberse llamado más allá del amor o post amor. El amor en la vejez y como permanecer al lado de la persona que quieres en la enfermedad, cuando la muerte está cerca. Una película sencilla en la forma y aterradora en el fondo. Tiene en común con «La Pianista» la intelectualidad de los personajes y la pasión por la música clásica de todos ellos, espejo de la pasión de Haneke por esta música.
Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Michael Haneke no es un director que hace películas para días de resaca, son películas complejas que te dejan un poso, de esas que vas sacando conclusiones nuevas y diferentes con el paso del tiempo cuando vuelves a pensar en ellas.