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El mítico grupo convertido en himno generacional de los 80s, vuelve a los escenarios este año celebrando la edad de Cristo. Y también la suya. Puede sonar ostentoso, quizás algo soberbio, y así es. Pero es imposible negarse a uno mismo lo que está ya impreso en el gen gallego. Siniestro total no se consideran unas “viejas glorias” (lo de viejas sí, pero ¿glorias?) y esperan no ser recordados. Pero también pisan los escenarios como si pasearan sobre el agua, seguros de que nos convencerán a todos de que son Dios. Una dualidad trenzada con maestría, como si ninguno de sus aciertos estuvieran pensados porque surgen de lo que hacen, de lo que les gusta hacer: de su música.
El pasado octubre publicaron “La noche de la iguana”, un álbum recopilatorio grabado en directo en la sala Iguana Club de Vigo, donde acuden cada 27 de diciembre a cumplir años. El disco ya está editado y cuenta con un total de quince temas que sintetizan lo mejor de toda su carrera, entre ellos: Como el aceite y el yang, Miña terra galega, Matar jipis en las Cíes, Algo huele mal en Dinamarca, Rock en Samil y, cómo no, Bailaré sobre tu tumba.
Comenzaron su gira con motivo de la celebración de Un lugar llamado mundo, en la que San Miguel reunió a Pantones y a Siniestro total en un mismo escenario. El 8 de enero estuvieron en la sala Kapital de Madrid, oportunidad que aprovechamos para hablar con ellos. En el recorrido hasta la estancia en la que realizamos la entrevista, Julián Hernández nos demostró que no es de los que habla del tiempo, sino de los que pregunta si en los ascensores de las discotecas también se habla sobre el tiempo. Y así no se puede no ser una divinidad.
Entrevista: Hugo Nakamura/Elisa Serrano
