febrero 9, 2025

Majestad y Edredón: entre luces y sombras.

En el escenario las siluetas recortadas por un juego de luces, que a golpe de beats ciegan y reducen la mirada a la oscuridad infinita de los sueños. Como un viaje por una galaxia lejana, sin gravedad, ni tiempo ni espacio. Solo puedes dejarte llevar por ese sendero luminoso que tan bien dibujan en la mente Majestad.

Pepo Márquez David T Ginzo, que aunque no es miembro «oficial» del grupo nadie podría aventurarlo, se enfrentan el uno al otro tomando como armas sus sintetizadores. Y digo enfrentar por su posición espacial, porque lo cierto es que resulta de todo menos un combate. Una perfecta conjunción y entendimiento entre ambos músicos. Una apuesta por lo instrumental, que algunos catalogan de techno-pop o dream-pop y otros de synth-rock emocional. En fin, que a la mierda las etiquetas.

Mucho sinte y un sonido electrónico, que según qué tema tira más hacia lo onírico y la ensoñación, con un despliegue de lo instrumental (El mismo ruido). Otras veces la voz de Pepo nos devuelve al mundo de lo real (Una casa, Sendero luminoso y La segunda disciplina), para de nuevo perdernos con su voz distorsionada, como si nos hablase a años luz de distancia, y golpearnos con el sentimiento de la muerte y de la búsqueda del camino. 

Majestad era en sus inicios un grupo formado por el ya mencionado Pepo Márquez (The Secret Society, Buena Esperanza, Garzón/Grande-Marlaska, Nine Stories)y Jorge Ramos (Dana Lee, Nine Stories), que tras su paso por la Red Bull Music Academy Madrid acabó de formarse con Alicia Guirao y Raúl Santos (Los planetas, Supercinexcene y Najwa Nimri).

Su primer LP es Música para pelear, lanzado en mayo de 2014 y editado por Club Social y Music for fighting.

El grupo ha sido confirmado para el Sonorama Ribera 2015.  No merece la pena perderles la pista. Aviso.

Majestad se retira del escenario, apurando todo lo permitido, y Edredón hace un despliegue de toda su artillería pesada. Sintetizadores, una colección de pedales, guitarras, un bajo y una batería que apenas dejan sitio para sus cinco componentes sobre el reducido espacio de la sala Siroco (Madrid).
Tras esta ceremonia preparativa, todo el mundo espera impaciente para seguir el viaje. Un proceso futurista y tremendamente hipnótico: todo el público agolpado en las primeras filas, mirando al frente, abducido.

El sonido de Edredón es experimental y es electrónico, en la frontera entre lo kautrónico y lo indietrónico. Había mucho de psicodelia y de onírico, como en Majestad. Quizás pueda decirse que en Edredón hay una preferencia por el equilibrio entre lo sintético y el rock (batería, bajo y dos guitarras compitiendo con los sintetizadores).

La puesta en escena de Edredón es un ataque epiléptico de luces y sombras, que ciegan la vista para perderte dentro del sonido. Ocultos en la oscuridad, solo la blancura de sus tenis marcando el ritmo sobre el suelo nos hacía descender a lo terrenal. En un momento las tres guitarras están al mismo nivel, encaradas al público, moviendo en sincronía su pie izquierdo. Y todos abajo siguiendo el latido con nuestros cuerpos. Faltaría.

Edredón juega a dibujar el boceto de un mundo futuro, de ideas disueltas; no le gusta darlo todo mascado. Por eso lo que alguno tachó de «falta de vocalización» no es más que un punto a favor en la consecución de su objetivo. Y también la cesión de un espacio para imaginar.

Entre la tracklist temas de Edredón (2010) y Yuri Triem (2013)Caballero, Safe Houses, La bola de los anillos, Lottery Man, Palmarés, Susan, Sopena y Canguro.

Majestad y Edredón marcaron la inauguración de la primera edición del Fosbury Fest en la sala Siroco de Madrid, que tendrá lugar durante este fin de semana y el próximo. Una buena forma de dar la bienvenida al año en el que, como bien dice la info del cartel, viviremos peligrosamente.

Fotos por: Silvia Sants. 

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