Hay que ser muy consecuente con uno mismo, valorar en todo momento tu equipo fotográfico y, por qué no decirlo, la vida de uno mismo para querer acercarse más (tal y como sugería Cappa) a la escena a fotografiar.
Si bien es cierto que hay instantáneas que no merecen pasar a la historia de la fotografía de directo, (esta podría ser una de ellas), habría que analizar las diferentes cualidades que la hacen única:
Objetivo 1. Acercarse.
¿Quieres tenerla? Has de ser influyente con el público que disfruta del mismo espacio que tú, robarle el sitio, pedir perdón aunque no lo sientas y prepararte para la que se te avecina.
Objetivo 2. Prepararte.
No vas a tener nada de especial entre tus tarjetas si no analizas el comportamiento que te rodea. De nada sirve que te pongas en modo ráfaga esperando que te pase un momento perfecto que te proporcione esa foto, con la que después vas a disfrutar visualizando una y mil veces. Es prioritario saber entender lo que se cuece a tu alrededor. Esto sólo lo consigues ‘pensando y analizando’.
Es muy probable que Peterson estuviese arrastrado por una masa de descerebrados que le hiciesen completamente jodido el poder captar el momento preciso. Pero la suma de ese acercamiento, de esa preparación semi-sacramental y de esa legión de público balanceándose como corrientes marinas, hacen que el ‘click’ sea el preciso.
No hablaremos de composición, no hablaremos de densitometría ni de ningún otro aspecto técnico, porque lo verdaderamente extraordinario de esta imagen es su propia imperfección. Una imperfección que roza lo bizarro, y que muestra perfectamente lo convulso del momento. No vamos a encontrar en ella ortodoxia pero sí un estilo claramente definido, y eso es lo verdaderamente diferenciador a la hora de captar una imagen.
Sobre el Autor.
Charles Peterson podría considerarse como el fotógrafo que mejor entendió la basura que rodeaba el ‘universo’ Sub Pop. De hecho fue el encargado de retratarla, previo contrato con el Sr. Bruce Pavitt, durante los años de esplendor del sello de Seattle. En estos años pasaron por su cámara bandas como Mudhoney, The Afghan Whigs o Soundgarden entre otras, pero no hay duda que la relación entre Peterson y Nirvana fue mucho más allá, dejando para la historia imágenes que resumieron lo verdaderamente visceral de la banda de Kobain en sus directos de aquellos años. “Si necesitas imágenes en blanco y negro, de grueso grano y crueles, es tu tío”.
Resumiendo.
Está claro que no hace falta ser un talento para la fotografía de directo ni tener el equipo soñado. Lo que verdaderamente se hace imprescindible en esta profesión es arriesgar. Si no arriesgas, no lo consigues.
También es cierto que una buena imagen bien vale mil codazos, (aunque el resultado sea la mitad de anárquico que lo vivido en ese justo instante), que ya es mucho.