¿Que Madrid cuando llueve huele a limpio y se respira mejor? Madrid cuando llueve huele a mierda, pero como dice Chinarro en «Mudas y escamas» el cocodrilo llora y sale a flote por la raya horizontal.
Tras un inicio un poco frío y con algún acople de guitarra que otro, el sevillano abrió su concierto con una deslúcida y gris «Esplendor en la hierba», seguida por «Estrenos T.V.», sorpresa de los primeros tiempos de «El porqué de mis peinados» que venía muy al pelo como así lo hizo saber el propio Luque con los casos de pederastia de Granada.
Poco a poco tanto la banda como el público fue entrando en calor gracias a un Luque muy comunicativo con el público y cómplice con los músicos de Maga que le acompañaban, aunque el concierto no terminaba de arrancar.
La primera canción que sonó del nuevo disco fue «El Viaje Astral» que pasó sin pena ni gloria con un «¿cómo están ustedes?» al final del tema al que el público contestó un poco por cortesía, que bien.
A partir de aquí entramos en una montaña rusa de emociones y sensaciones, alternando canciones de anteriores discos que hicieron sacar la primeras palmas y saltos con «San Borondón», «Del Montón» o «El lejano Oeste» con un público cantando sólo a petición del propio Chinarro; con canciones de «Perspectiva Caballera» como «Mi Sapo», «Famélicos Famosos» o «Mudas y escamas» (mi favorita del disco) las que bajo mi opinión están faltas de rodaje.
Por otro lado encontré a un Luque más cómodo con las canciones más largas y progresivas en las que se puede apreciar su sintonía con la banda y en la que pueden dar rienda suelta a su calidad, tanto musical como interpretativa.
Perfectas sonaron «Ácido Fórmico», «La canción de Amor de turno» o «Nod».
Se retiraron del escenario para cambiar el alpiste por todo lo alto con «Cero en gimnasia» (mi canción preferida de siempre) del Ep «La pena máxima» y con el himno «Una llamada a la acción» en la que Antonio Luque incita a hacer el amor con fuerza y rabia.
Volvieron al escenario con «Babieca» que consiguió envolver a la gente en esa atmósfera de viaje ácido a caballo entre el desierto de Arizona y de Almería, para cerrar como no podía ser de otra manera, con «Los Ángeles» con un Luque mirando al infinito.
No fue un concierto redondo, pero tiraron de oficio y consiguieron sacar momentos brillante y mágicos a la altura de su carrera.
Si nadie ha conseguido destruir a Sr. Chinarro es que es inmortal.