Por fin llegaba la apertura de puertas del sábado. Elliott Brood inauguraba mi tarde y no podía ser mejor. Los de Canadá hicieron que sólo por ellos hubiera merecido la pena todos los suplicios por los que hubiera podido pasar. Mark Sasso, Casey Laforet y Stephen Pitkin se bastan y se sobran para llenar un escenario en el que los sonidos de country alternativo fluyen a la perfección. Entre banjos, guitarras y ukeleles, nos hicieron disfrutar de un reparto digno de suplantar a muchos grupos de renombre que había en el festival. Pequeños grandes grupos que, con perdón por la expresión, le pasan la mano por delante a muchos cabezas de cartel.
Con curiosidad me acerqué a Belako, uno de esos nombres de los que muchas veces había escuchado hablar y que habían despertado mi curiosidad. Otro acierto. El grupo revelación de 2012 no me dejó indiferente. Una gran potencia encima del escenario y una gran actitud para el poco tiempo que llevan actuando demuestran que estos vascos están dispuestos a comerse el mundo con temas como Beautiful World o Monday, y la verdad es que las bases las tienen. Ese aire postpunk es lo que necesitan los escenarios españoles, llenos ya de tanto grupo clon.
Qué decir de Los Enemigos. A esta banda de rock no le hace falta presentación y, realmente, creo que todo lo que pudiera decir de ellos no estará nunca a su altura.
Kuroma despertaron también mi curiosidad, pero a diferencia de Belako, no convencieron. Así que directamente a la opción obvia, Band of Horses.
Ansiosos estábamos por lo que estaba por venir. Y es que el tan esperado concierto de The Black Keys se acercaba. Deseábamos ver la presentación de Turn Blue como agua de mayo.
Entre codazos y empujones conseguimos hacernos hueco a una distancia más que decente para poder disfrutar de ese señor concierto en el que Dan Auerbach y Patrick Carney se nos presentaban en un escenario lleno de focos, con el apoyo de Gus Seyffert y John Wood a sus espaldas.
El repertorio se abría con Dead and Gone para seguir con Next Girl y así con una batería de temas que dejó extasiada a una servidora. Repasaron algunos temas de su popular disco Brothers, con los que acabaron de encandilar a los que íbamos allí a disfrutar de ellos.
Su inconfundible sonido entre el soul y el blues-rock supo sobreponerse a los problemas técnicos y a unas pantallas excesivamente psicodélicas. Tanto que, por momentos, pensábamos nos fastidiaría el concierto. Obviamente el momento culminante llegó con Lonely Boy, donde la multitud enloqueció y donde ya se interpretaba que aquello estaba por acabar. Fever y la preciosa y épica Little Black Submarines cerraron lo que fue un repertorio de lo más acertado. Bravo, The black keys, y gracias.
MGMT fueron los encargados de coger el relevo a Dan y Patrick. En un escenario casi intransitable pudimos disfrutar de un ya mítico Time to pretend, aunque con Kids la noche ya se pudo dar por finalizada. Mención especial para su último trabajo, el homónimo MGMT, que suena especialmente bien en directo. Sobre todo si cierras un concierto con esa “marcianada” de Alien days.