El Live Circuit organizado por Budweiser ha traído a grandes bandas como ya comentamos anteriormente. Entre ella se encontraba el dúo inglés Blood Red Shoes. Uno de esos grupos que van a estar presentes en varios festivales de verano y que vienen a presentar su último trabajo Blood Red Shoes. Este pasado marzo pasaron por Madrid y Barcelona para dejar claro a los españoles lo que les espera si deciden ir a verlos en el BBK o el Low Cost Festival (si es que no los confirma ningún festival más). La cosa es que visto el directo que mostraron en la Razzmatazz dan ganas de repetir con ellos.
Abrieron la noche Slaves, un dúo inglés también. Su estilo tiraba más hacia el punk de corte británico. Un par de tipos de lo más peculiar. Eran una mezcla entre dos hooligans y dos testigos de Jehová.
Su propuesta era enérgica y ellos se mostraron en todo momento muy cercanos al público, pero la cosa terminó por aburrir, ya que en la hora escasa de espectáculo que ofrecieron no hubo ni un solo cambio de registro. Canciones machaconas al trote de unas percusiones violentas, que terminaron por cansar y romper el parche del timbal base, que no aguantó el ritmo ni la furia de sus temas.
Y tras una larga espera por fin aparecieron los Blood Red Shoes, que parecían venir cansados del directo que dieron el día anterior en Madrid. Ante todo se podía ver que eran profesionales y que las tablas se les notaban ya de sobra. Montaron en un momento todo el tinglado y empezaron a darlo todo desde el primer momento. Abrieron con el mismo tema instrumental que abre su nuevo álbum Welcome home.
Ya en esos escasos tres minutos podías hacerte una idea de cómo funciona la banda. Ella, Laura-Mary Carter, se encargaba de la contención y de conseguir que su sonido en directo fuera lo más fiel posible a lo que podemos escuchar en sus discos. Toda la ejecución por su parte era impecable, tanto a nivel vocal como a la guitarra, (más bien a las 6 guitarras con las que actuó) pero se le podía achacar cierto estatismo. Algo que ni por asomo se podía hacer con el otro 50% de la banda. Un Steve Ansell completamente en estado de gracia y que tiró del carro para mantener al público encendido de principio a fin.
Como es comprensible, el repertorio estaba formado en gran parte por los temas nuevos que querían presentar, algunos de ellos bastante continuistas con el sonido de la banda, pero algunos con mayor mala baba y rompepistas. El público estuvo bastante participativo durante todo el directo, pero sí que se notó más entusiasmado con las interpretaciones de cortes como Don’t ask, Cold, The perfect mess o Light it up. Se montaron muy bien el repertorio, ya que cerraron el bolo con Red River, que hizo ponerse en pie a todos y pedir como locos unos bises que no tardaron demasiado en darse. Entre ellos estaba su último single An Animal, un pepinazo para el directo que funcionó como tal. Dejando un buen sabor de boca a los asistentes, que, estoy seguro que si pueden repetiran con ellos en las próximas fechas que tienen por nuestro país.